Viral: conviven con una llama hace un mes para rehabilitarla, pero detrás hay una historia mucho más larga
Karen, la llama que se está recuperando en la casa de una familia de San Cayetano, una ciudad de la provincia de Buenos Aires, se viralizó en las redes y recolectó miles de me gusta y reproducciones de diversas regiones que siguen su evolución.
Pero detrás de su fama hay una oportunidad, que es la de contar historias para mejorar el vinculo del campo con la ciudad.
Buenos días llameros!! Acá esperando que se terminen de lavar mis mantitas para la siesta… pic.twitter.com/wXFXz2q0ke
— Máxima de Sanca (@anitade71) July 29, 2020
Así arranca…
Juan Pablo Bella, conocido en la zona como «Popo», es el productor que contó la historia completa detrás de Karen. «¿Tenés tiempo?», consultó en el comienzo de la charla con Agrofy News y citó una escena de Forest Gump: «Mirá que se te van a pasar varios micros», agregó.
La historia de Karen comienza en el 2018, cuando a través de un grupo de productores de ovejas Juan Pablo Bella se enteró que para resguardar a la majada de los zorros se podía contar con llamas: «Es una forma natural y efectiva de control, para evitar la mortandad de los corderitos». «El macho (de llama) está muy atento sobre cualquier animal que ingresa al potrero y protege a los demás».
Es así que hace 2 años recorrió 350 kilómetros junto a un empleado del establecimiento hasta un criadero de llamas y adquirió 3 hembras y un macho. Las hembras tuvieron 3 tekes en 2018 y una nueva parición en 2019. Una de las últimas crías quedó preñada de forma no programada y el 2 de julio Bella se encontró con un bulto blanco en el lote.
«Acá pasa algo raro», advirtió el productor durante la recorrida. El macho atacaba a Bella cuando se acercaba y Juan Pablo se sorprendió al divisar al teke, que se encontraba inmóvil y helado: «Esto tiene un mal final», pensó. La madre no lamia al recién nacido, algo normal en las llamas, pero agravado por el intenso frío.
Fue entonces que decidió llevar al teke recién nacido a su casa para alimentarlo con calostro de vaca de un tambo de la zona: «Le di esa leche y al otro día se paró. Pensé que no se iba a recuperar».
Al otro día volvieron al campo pero la madre lo rechazó. «La puse en la manga, pero la ubre de la madre no tenía leche». En este sentido, no quedó otra opción que volver a la casa y continuar la recuperación. «Fue todo un tema volver a recorrer los 30 kilómetros con Karen del campo al pueblo, había muchos controles por el coronavirus».
«Le seguimos dando leche, las primeras 24 horas con calostro y luego con Vital 1, le di 15 días esa leche y el animal se empezó a recuperar. Le di todo un aparato de vacunas para que crezca lo más sano posible. Le dimos una a los 20 días y tenemos que repetir a los 40 días. Hasta ahora va bien», agrega.
Va a volver al campo. Hemos criado hasta 4 corderitos acá en el living de casa. Pero de llama no hay antecedentes en la zona. Hay un criadero que nos da las orientaciones necesarias para continuar. Los veterinarios hacen lo que pueden«, cuenta.
«Este año tuve muy buena parición y muy buena señalada«, destaca volviendo al aspecto productivo de los ovinos, en referencia a un índice logrado del 140 %. «Lo adjudico a la llama para controlar a los zorros y a los burros que tengo para evitar ataques de pumas». «Esperemos que no aparezca otro animal sino va a parecer un zoológico»
Empezando a comer! Aunque hago percha las plantas de todas las macetas! pic.twitter.com/W608ot3Hdn
— Máxima de Sanca (@anitade71) July 25, 2020
El rol de conectar
La incorporación de llamas tuvo un primer objetivo productivo, pero también un segundo rol que fue el de entusiasmar a su hijo en la producción: «No es fácil enganchar a la juventud cuando no son de ese ámbito», cuenta.
Lo que sucede es que la familia no tiene una vinculación directa con el sector agropecuario. Bella es abogado de profesión hace 30 años y recién hace poco tiempo que comenzó a dedicar su tiempo a la producción: «Ya no ando de juzgado en juzgado. Ahora corro en el campo. Madrugo y paso frío, voy a la manga, me toca pesar animales. Conocí gente muy valiosa del oficio y estoy muy agradecido a la vida, que me dio oportunidades y las trato de aprovechar», cuenta.
En el establecimiento de San Cayetano, a 30 km de la ciudad, además de ovejas producen puros controlados de la raza Angus. En 2013 se sumaron a la Asociación de Angus para formar parte del plan de mejoramiento: «La finalidad siempre es sumarle valor a lo que producimos. Ser lo más eficiente posible en la superficie que tenemos, mejorando la calidad a través de la genética».
Por otro lado, cuenta que el camino de la producción ovina comenzó al sumarse a los créditos del programa Pro Lana, del gobierno provincial y nacional. Luego se incorporó al grupo Los Mayines, en donde se involucró con otros productores que comparten el conocimiento para potencial a la producción de la región.
¿Qué pasó con Karen?
«La cuestión es que nació Karen», recuerda Bella. La llama ahora duerme en el garaje y los autos quedan afuera. Cada tanto juega con el perro de la casa y ya se conoce los horarios de la familia. Despertó el interés de los vecinos, pero por el momento no recibe visitar para respetar el distanciamiento por el Covid-19.
«Al campo la vamos a llevar cuando el clima mejore, para que se vuelva a encontrar con su familia». Karen tiene por delante 10 meses en los que tendrá que recibir leche y Juan Pablo Bella agradece a los cuidados que le brindó su esposa, Florencia, que durante los primeros días le dio mamadera cada 40 minutos, todo el día.
«Fue una sumatoria de hechos, todos positivos», concluye el productor de la zona de San Cayetano.
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