Una productora de miel de Quiroga esta ternada en los premios «Lia Encalada» de Mujeres Rurales
¿De qué se trata hacer visible lo invisible? Se trata de que el mundo de algunos se presente al de todos, que veamos las realidades de otros, empaticemos con ellas y construyamos cambios a partir de lo que descubrimos. Se trata de mirar y ser consciente de lo que muchas veces no entendemos, porque no conocemos.
“Estar ternada para la premiación Lía Encalada de Mujeres Rurales significa que alguien vio tu dedicación y trabajo diario, por esto ya me siento afortunada de participar”.
Así lo expresa Marisel Codesal, apicultora, de 59 años, oriunda de Facundo Quiroga, partido de 9 de Julio, al oeste de la provincia de Buenos Aires, nominada para los Premios Lía Encalada cuya entrega será el día sábado 19, a las 14 hs, en el salón de actos de la Facultad de Agronomía de la UBA, en CABA. El reconocimiento a mujeres destacadas de la ruralidad es el motivo que convoca a las más de 100 ternadas de toda la Argentina y a las principales autoridades referentes del mundo agropecuario.
“Cuando me llamaron por la postulación me negué. Hay mujeres que representan al mundo rural mucho mejor que yo, pero me explicaron que había 16 ternas diferentes y mi nómina fue Valor agregado en Alimentos. Entonces pensé que esa sí me la merecía, por mi emprendimiento. Así que feliz acepté formar parte de las nominadas”, cuenta.
Marisel recuerda que su aventura con las “Rubias” -denominación que le da a las abejas- comenzó desde que nació. Su abuelo, un carpintero que en sus ratos libres se dedicaba a la fabricación de material apícola, tenía 80 colmenas que pasaron a ser de sus padres cuando se casaron. “Empecé con la miel desde que tengo uso de razón. Nací con las abejas: el primer recuerdo que tengo es subirme a un marquito de las colmenas, así que imaginate si llevaré con pasión esta producción”, afirma.
Comenta que, a los 11 años de edad, sus padres le ofrecieron de regalo sus primeras 25 colmenas. Ella le respondió que no, a no ser que las pudiera ganar. “Ellos se rieron, entonces se me ocurrió que ellos me las dieran y con lo que ganara de la cosecha se las iba a pagar, con el incentivo de un tambor por año para gastarlo en lo que quiera. Así fue que desde pequeña ganaba mi dinero con las abejas y, a los 18 años, llegué a tener 50 colmenas”.
Cuando terminó la secundaria se mudó a la ciudad de Azul, a 280 km de su pueblo, para estudiar el profesorado de nivel inicial, profesión que fue su medio de vida, en paralelo al mundo de las abejas. “Hace 9 años que me jubilé y, desde ahí, me concentré en las abejas. Si bien nunca dejé de tener colmenas, esta vez la apuesta a la apicultura es al 100 por ciento. Hace 5 años que en mi pueblito natal inauguré la planta Quiero Miel, donde se realizan la extracción, el fraccionamiento y acopio de los productos libres de gluten, habilitada por Municipalidad, Provincia y Nación. Tanta es su certeza de dedicarse exclusivamente a la producción de miel que, a estas alturas de la vida, se está despidiendo del negocio textil, con el que lleva 30 años confeccionando uniformes escolares y ropa de trabajo para las localidades de su alrededor.
Hace 10 años, tras la pérdida de su papá, recibió de herencia un grupo de colmenas que hoy producen la miel que tantas satisfacciones le está brindando. Marisel es una productora muy decidida y transparente con lo que quiere lograr, tanto que la planta donde fracciona sus productos está homologada con la certificación orgánica por la Organización Internacional Agropecuaria.
Hace dos años y medio tuvo una operación la cual no le permitió hacer el trabajo diario con las colmenas. Por esa razón, con mucho dolor, sintió que era el tiempo de vender todo y resignar su amor por las abejas, pero en ese momento llegó la ayuda por parte de Sergio Moyano: “un día lo llamé para pedirle que me ayude con el trabajo en el campo y, desde entonces tengo un hijo más. Él se hace cargo de las colmenas y de la planta; yo de la parte comercial y del fraccionamiento, distribución y venta. En dos años duplicamos la cantidad de y tenemos 600 en la provincia de San Luis y 600 dispersas en los campos de la zona de 9 de Julio y alrededores. También, le fraccionamos la miel a un grupo de mujeres de Pehuajó, cuya marca es “Reina de Corazones”.
Y, continúa: “me dificulta hablar de un proyecto unipersonal porque hay mucha gente que me acompaña, con pasión y con el alma, como mi hija, mi pareja, mi pequeño nieto que es el motor de mi vida; esta locura es mía pero gracias al apoyo de ellos”.
“En la pandemia encontré una foto donde me veo de la mano de mi mama, con un año, llena de rulos, en el colmenar, sin máscaras ni protección alguna. Al encontrarme con esas imágenes confirmé lo que siempre sentí, las rubias son parte de mi historia”, se emociona.
Formó parte de Expoagro 2022, junto a un grupo de pequeños productores de la localidad de 9 de Julio y alrededores, que fueron a exponer la producción de alimentos de la localidad: “soy una mujer muy ruidosa, en cada lugar que me presento con mi miel voy a hacer patria. Sé que en Argentina no se consume mucha miel, pero apuesto al desarrollo. Otro de mis sueños es la producción de miel cremosa para la cual necesito una batidora que permita lograr una textura como de manteca, sin romper del todo sus cristales” y prosigue: “Tengo mucho respeto por el alimento que produzco, por el trabajo que es lo que me da de comer y por el campo, al cual amó”.
Maricel comenta que la mayor fortaleza de emprender es el acompañamiento de personas que fluyen con la misma pasión y los mismos ideales, formando un equipo sólido: “aparte de contar con la ayuda en el campo, el plantel de profesionales con el que trabajo esta que conformado por mujeres a las que admiro mucho, la Ingeniera en Alimento, Rocio Tubio, la Bioquímica, que es mi Directora Técnica, Damiana Richard Fandos, ellas hacen posible que yo logré esto, hasta mi contadora me ayudó con la presentación de un proyecto de Emprender con perspectiva de género. El apoyo de todas nos hace fuerte”. Y, concluye: “si hay algo que pido, y sé que es para el bien común, es que siembren flores”.
El premio Lía Encalada constituye una caricia al alma para aquellas mujeres que trabajan en silencio y así resignificar su labor. Seamos visibles, hagamos ruido, porque juntas somos parte de un ecosistema al que damos vida. Que este premio sea la excusa para que los “zumbidos” de cada una de nosotras se escuchen, se vean, se comprendan y principalmente se valoren.
Por Monica Gomez / Semanario Extra
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