A todo trigo - mar del plata

Los desafíos de la Argentina para la producción de alimentos

Tecnologías y trabajo colaborativo, dos grandes herramientas para enfrentar la necesidad de incrementar la productividad cuidando el ambiente.

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La demanda de alimentos crece constantemente a nivel mundial. En ese marco, uno de los principales  desafíos de la agricultura es garantizar la seguridad alimentaria evitando el impacto ambiental. Esa fue la consigna del ingeniero agrónomo del INTA y el Conicet, Fernando  Andrade, en la disertación que brindó en A Todo Trigo, congreso organizado por la Federación de Acopiadores que en su primer día logró reunir a más de 1500 personas en el Hotel Sheraton de Mar del Plata.

Según detalló el especialista, la producción de cereales a nivel mundial aumentará entre un 60% y un 70% entre 2010 y 2050, año en el que se llegaría a una cifra superior a los 9.500 millones de habitantes. En el caso del trigo, el incremento será de casi 200 millones de toneladas en ese período, lo que significará una variación del 27%, al pasar de 675 a 860 millones.

Pero esa tendencia debe ser acompañada por una actividad productiva que logre valores compatibles con la capacidad bio-productiva del planeta. “Actualmente la agricultura aporta un 30% de la emisión de gases de efecto invernadero, mientras que en Argentina ese nivel asciende al 39%. A su vez, la actividad agrícola requiere un 70% de las extracciones de agua dulce del mundo. En nuestro país llega al 74%”.

Andrade también indicó que las cifras de desforestación son elevadas, llegando a las 10 millones de hectáreas anuales en todo el planeta. “Ya fueron desforestados el 45% de los bosques tempranos  y el 27% de los tropicales. Argentina es el noveno país con superficie desforestada en el ranking que encabeza Brasil”, alertó Andrade, quien además detalló que se degradan 5 millones de hectáreas por año.

Para revertir esta tendencia, al mismo tiempo que se busca satisfacer la demanda con desarrollo inclusivo, se hace indispensable asegurar la conservación, restablecimiento y uso sostenible de los agroecosistemas.

Para lograrlo se necesita de una gran capacidad de innovación que incentive el uso de las tecnologías duras y de procesos. “Fracasan los países que no cuidan esta capacidad humana”, dijo.

Según el experto, la robótica en los campos ayuda a mitigar el cambio climático, a reducir el uso de agroquímicos y las labores, a incrementar la productividad y la eficiencia. “La interacción robótica, sensores, satélites, informática, manejo integrado de plagas, agricultura por ambientes”, detalló Andrade y llamó a potenciar las habilidades cognitivas que nos preparan para el diálogo y el respeto y a trabajar en forma colaborativa.

Fuente y Foto: A Todo Trigo

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