Como fue la evolución de Siembra Directa en Argentina campaña 2018/19
El sistema de siembra directa (SD) promovido desde la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) tiene un gran potencial en el secuestro de carbono, en la mejora de la calidad del suelo y en el logro de una productividad sostenida de los cultivos.
Según el último informe de superficie bajo SD para la campaña 2018/19 elaborado por la Bolsa de Cereales, nuestro país continúa a la vanguardia de esta tecnología, con valores de adopción que se mantienen desde hace 10 años por encima del 90% (Figuras 1 y 2).
Sin embargo, la adopción masiva de esta tecnología no se traduce necesariamente en mejoras en el balance de carbono, fertilidad y otros indicadores de salud del suelo. Incluso, en ciertas regiones, se observa el avance de procesos de degradación del suelo.
En este sentido, las rotaciones, la siembra de gramíneas y de cultivos de cobertura o de servicios (CS) son prácticas clave dentro de un verdadero Sistema de SD. En el caso de los CS, además de ‘cubrir el suelo’, permiten la mejora en el manejo del agua, el control de la erosión y de la densidad de malezas, favorecen la biodiversidad, la disminución de la carga de insumos sintéticos, entre otros.
Es por eso que en el informe de superficie bajo SD este año decidimos incluir información relacionada a la siembra de cultivos de servicios y la inclusión de gramíneas en la rotación. Los datos provienen del Relevamiento de Tecnología Agrícola Aplicada (ReTAA) y del Panorama Agrícola Semanal (PAS) de la Bolsa de Cereales y se muestran en la Figura 4.
Figura 4: Mapas por zonas agroecológicas para la campaña 2018/19 de: a) % de adopción de siembra directa; b) % de gramíneas en la rotación; y c) % de productores que realizan cultivos de cobertura o servicios (Fte: Bolsa de Cereales/Aapresid).
Conclusión: queda mucho por mejorar
Si bien la adopción promedio nacional de SD se mantiene por encima del 90% estos valores bajan significativamente en ciertas zonas agroecológicas. Pero además los resultados revelan que en algunas regiones esta tecnología se implementa de forma aislada, basándose en la simple ‘ausencia de labranza’. Por ejemplo, en el norte de Buenos Aires mientras el porcentaje bajo SD supera el 90%, la presencia de gramíneas en la rotación es de tan sólo el 35% y el porcentaje de productores que siembran CS sólo llega al 8%.
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