En el 2018
El clima se quedó con 9 millones de toneladas de granos de la zona núcleo
Signado por eventos climáticos extremos, el 2018 fue un año por demás de complejo para la soja. Comenzó con la sequía más importante de los últimos 50 años, le siguió, justo en la cosecha, el «efecto germinador» -un temporal de lluvias y temperaturas tropicales- que castigaron aún más rindes y calidad de la oleaginosa, destaca un informe de la Bolsa de Comercio rosarina. El implacable clima se cobró 6,1 millones de toneladas de las 21 que se esperaban para el cultivo.
Por su parte, el maíz de primera resistió mejor. Alcanzó rindes promedios en torno a los 90 quintales, aunque la suerte no fue la misma para el tardío y el de segunda. Las pérdidas fueron mucho más acotadas, la diferencia que hizo el clima sólo ajustó 1,5 millones de toneladas, respecto a lo que esperaba, señala el trabajo de la entidad.
En junio, la siembra de trigo empezaba con excelentes condiciones. Se lo había fertilizado como nunca antes y había grandes esperanzas de alcanzar 6,4 millones de toneladas. Sin embargo, en pleno invierno se cortaron las lluvias hasta casi finales de octubre. Las heladas, luego el granizo y como broche, otra vez, lluvias en la cosecha, se cobraron 2 millones de toneladas del cereal, respecto a lo esperado.
Resiembras
Entre soja de primera y de segunda se perdieron 525.000 hectáreas en lo que va de la campaña. Por las excesivas lluvias siguen intransitables los caminos rurales, las napas están a pocos centímetros en las áreas más afectadas. Los anegamientos de los bajos aún no permiten entrar a muchos de los lotes del centro sur de Santa Fe y noreste bonaerense y terminar con las siembras.
Además, hay una gran presión de orugas en soja, como bolillera y medidora. El lento crecimiento del cultivo por las bajas temperaturas de diciembre, favoreció el nacimiento de nuevas malezas, y siguen los controles.
Las gramíneas, como los Amaranthus, el sorgo de Alepo y la rama negra tienen fácil la colonización de los cuadros entre tantas lluvias y sojas de bajo tamaño. Pero, las precipitaciones siguen manteniendo sin estrés hídrico a la región. Y, pese a todo, se espera que las lluvias continúen y terminen jugando a favor y recompongan la condición de la oleaginosa.
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