Panorama lechero enero 2015
Informe emitido por CAPROLECOBA
Condiciones agroclimaticas
Después de un primer semestre climáticamente lamentable, que superamos con más voluntad que recursos, cerramos 2014 y abrimos el 2015, bajo condiciones agroclimáticas que en el Oeste, en general, podemos caracterizar como buenas. Lo que se ve también en los mapas de índice de vegetación, en gran parte de las otras cuencas lecheras, que a comienzos de Enero, han recibido en forma variable, una o dos lluvias por semana, que mantuvieron la humedad del suelo, con variaciones que van entre lo muy ajustado a un cierto exceso (en áreas de región central y litoral).
La zona que ha empezado a padecer la falta de lluvias, es el SO bonaerense y el SE pampeano.
Para el verano, esperamos la continuidad de una buena oferta de agua, que se haría moderada hacia el otoño. Y predominancia de temperaturas y humedad altas. Por eso es recomendable estar atentos al sitio: www.inta.gob.ar/estres-calorico y atender sus recomendaciones.
Producción y perspectivas
El sufrimiento de los rodeos en la primera mitad del 2014 por el calor, los excesos de lluvias y los barros, marcó una baja en los
rendimientos de los animales, que ya no se pudo remontar, respecto del año previo, e hizo que cerráramos el año, a tambo constante, alrededor de 3% por debajo del 2013.
Hoy, por las condiciones climáticas, alfalfas, maíces, y base forrajera en general, desarrollan en buen estado, por lo que se supone que, hacia 2015, se podrá disponer de buenas reservas y pasto, en cantidad y calidad.
Esto hace pensar en la posibilidad de recuperar este año, lo perdido el pasado. Pero cuidado, porque si lo «damos por hecho», nos podemos llamar a engaño. Ya que habrá condicionamientos:
a) El problema climático esta vez, puede llamarse «stress térmico» de los rodeos, b) La cadena lechera permanece desorganizada, con un bajo nivel de institucionalidad, c) Algunas industrias están complicadas por los mercados y otras por la política sectorial, para poder sostener los precios al productor, d) Del Gobierno se requiere más concentración en el avance técnico de la liquidación por sólidos y calidad, menos condicionamientos, y más colaboración con los sectores de la industria y de la producción que más lo necesitan, y e) El sólo amague de bajas en los precios, ya preocupa seriamente, amenaza la continuidad de muchos en el negocio, y espanta la voluntad de inversión en los tambos.
Cuenca Oeste: paridad en los precios de la leche de Noviembre y Diciembre
En la Cuenca Oeste de Buenos Aires, en Diciembre se percibieron por la leche remitida, los mismos precios que en Noviembre, por parte de las principales empresas que operan en la región. E incluso se logró alguna pequeña mejora en el área de pymes vinculadas al circuito de la mozzarella (que era un sector industrial que venía «corriendo de atrás», y por esos días tonificó su demanda, ya que el stock que había logrado formar hasta ese momento, para atender las necesidades de la temporada estival, resultaba algo insuficiente).
De esta manera, se consolidó el «parate» que ya se insinuó fuertemente en el mes previo (con subas muy atenuadas), y como los sólidos de la leche, se mantuvieron bastante estables, los resultados de la comparación intermensual, apenas marcan + 0,3% sobre Noviembre. Se provocó así una significativa caída en el incremento interanual, que expresada en $/litro fue del 41% en Diciembre, y expresada en $/KPT apenas llegó al 37%.
Si tenemos en cuenta el promedio de precio nominal percibido por el productor en 2014 versus 2013, a año completo, el incremento fue, en nuestra Cuenca Oeste, de 43,5%.
Escenario comercial y marco institucional
Inicio de año complicado para nuestra producción y nuestra industria
Como es de público conocimiento, el derrumbe de los precios internacionales de los lácteos, y en especial de la Leche en Polvo Entera, ha dejado particularmente mal paradas a aquellas industrias polveras con un mix de colocación, que ubica un alto porcentaje «afuera» (después de un primer semestre de 2014, muy bueno para ellas). Y la fuerte devaluación del rublo y crisis económica en Rusia, desacomodó a los queseros, que estaban colocando allí sus productos. Siendo ésta una situación, que no parece probable que pueda revertirse hasta, por lo menos, el segundo semestre de este año.
A su vez, el mercado doméstico, entre el ajuste económico, dirigido a impactar centralmente sobre los consumidores y los sectores productivos, y las políticas voluntaristas de «Comercio Interior», viene perdiendo gradualmente vigor. Cuadro en el que las empresas, con suerte dispar, multiplican sus estrategias (productos, bonificaciones de precios, etc.), en el intento de no perder sus volúmenes de ventas.
Es decir, enfrentamos una coyuntura en la que, los productores teniendo que secar vacas, entrando en el período de menor producción del año, y a las puertas de fuertes inversiones estacionales y vencimientos de cheques ya emitidos, encima tienen que escuchar anuncios de supuestas bajas de precios que ya llegarían a partir de Enero. Con el agregado del fantasma de la sobreoferta interna (si se empieza a volcar demasiada mercadería a nivel local), a pesar del bajo volúmen de producción que se maneja.
Hoy cuesta creer que hace un año, cuando los mercados permitían pagar $90/KPT, los productores recibían $70/KPT. Que esa enésima oportunidad tampoco pudo ser aprovechada (como sí lo era en la región y en el mundo). Y que entonces, el no haber podido capitalizar «la buena», iba a potenciar después nuestra fragilidad a la hora de enfrentar «la mala».
Cuesta creer que una lechería con nuestra antigüedad y potencialidad, no hubiera contado con una institucionalidad tal, que le permitiera por ejemplo, generar (cuando se podía) fondos y políticas anticíclicas o «de amortiguación», en mercados tan volátiles como los que nos toca manejar. Porque sólo instituciones transparentes, independientes de la política de corto plazo, profesionales, representativas, y de calidad, son capaces de generar lo básico que se necesita para poder hacer estas cosas: la CONFIANZA (esa gran ausente en la relación producción-industria, y cadena lechera-gobiernos de turno).
Y no se trata aquí de sumar quejas. Sino de llamarnos a la reflexión. Porque lo que ya pasó, pasó. Pero lo que no puede ser, es que vuelva a ocurrirnos una y otra vez lo mismo.
TODOS tenemos una cuota de responsabilidad (en distinto grado y medida, por supuesto), y algo que hacer y que cambiar, a partir del futuro inmediato.
Los tamberos, tenemos camino que recorrer en el ajuste de nuestros sistemas de trabajo, para potenciar la productividad, las condiciones en que se desenvuelven las personas que integran nuestros equipos (que son el corazón de nuestras empresas), el confort animal, y el cuidado del medio ambiente. Y también tenemos que destinar algún tiempo a organizar mejor nuestro manejo de la comercialización, y a participar más en las instancias sectoriales y el fortalecimiento de nuestra organización, como un eslabón central de la cadena.
Las industrias, no dejarán de verse periódicamente debilitadas y con balances lamentables, si no asumen sinceramente la necesidad de integrarse de una mejor manera con la producción, e incluso entre ellas, en un ambiente distinto, de convivencia en la competencia. Potenciando su capacidad, y la de la cadena, para superar la asfixia recurrente del cortoplacismo y la debilidad a que la fragmentación y el «lobby» solitario las condena, en el imprescindible diálogo con los funcionarios de turno del Estado.
Resultando clave, en lo inmediato, que visualicen las consecuencias negativas que pueden derivarse, si no se asume el esfuerzo para amortiguar en todo lo posible los altibajos de los mercados, en lo que hace a su expresión en los precios que se pagan al productor (en un escenario que al no permitir el acceso a los beneficios de «las buenas», inhabilita poder descargar demasiados perjuicios en «las malas»). Y que se trabaje para lograr, hasta donde resulte razonable, mejoras en los precios de salida de fábrica, sin un necesario traslado al consumidor. Porque la magnitud de las bajas anunciadas para Enero estos días a los tambos, caen como un bombardeo sobre los mismos, a las puertas de decisiones de inversión, vinculadas a la próxima campaña.
El Gobierno, es quizá quien deba asumir la mayor responsabilidad por la marcha de un sector, cuya producción sigue estancada, a contrapelo de la historia y los cambios sociales y en la creciente demanda estructural del mundo. Porque, como se ha dicho muchas veces, no ha podido, no ha sabido, o no ha querido resolver necesidades básicas del sector, como pueden ser el desarrollo de la infraestructura en las cuencas lecheras, la atención oportuna frente a las emergencias climáticas, una mejor coordinación y colaboración con los gobiernos provinciales, la transparencia y la libertad de comercio básicas que permitieran capitalizar las muchas y buenas oportunidades que se dieron en estos años, la inclusión del conjunto de los productores e industrias en un sistema de pagos moderno y racional, basado en los sólidos y la calidad de leche, y el sistema de capacitación regional y permanente que esto demanda, etc. etc. etc.
Y en cambio, se ha reiterado en sumar condicionamientos, con un voluntarismo autoritario inconducente a un buen futuro, presionando sobre los precios de la cadena sin respetar muchas veces los mayores costos, sobre las transacciones comerciales entre particulares, trabando por momentos o manipulando las autorizaciones para las exportaciones, cuyas operaciones requieren de un mayor grado de certezas, para poder consolidar a los clientes. Y perdiendo de vista que, estratégicamente, la relación comercial entre producción e industria, recién va a consolidarse en forma más consistente y transparente, cuando el precio al tambo se defina en «planchada de fábrica», y no a partir de ciertas escalas compulsivas y de dificultosa implementación.
Estamos generando «cansancio con el negocio»
Hay que tener cuidado, porque la reiteración en los mismos errores en la lechería, no sólo la mantienen estancada, le hacen perder competitividad, horizonte, y utilidad social. Sino que además genera un gran cansancio en los actores de la misma. En los empresarios, y en sus equipos de trabajo. Y peor aún: en la juventud, que debiera encontrar aquí un buen y provechoso camino para su desarrollo en la vida. Trabajemos para cambiar eso. Y con el Año Nuevo, por encima de las dificultades… ¡Abramos el futuro!
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