El trigo que se sembrará entre mayo y junio del año que viene se cosechará con un nuevo gobierno. Por ese motivo en abril –a más tardar– los principales candidatos presidenciales deberían adelantar qué piensan hacer con el cereal para no encontrarse con una sorpresa desagradable al asumir en diciembre de 2015.

El tema está en la agenda de los integrantes de Argentrigo. Y también en la de los organizadores de Expoagro (evento que se realiza del 3 al 6 de marzo próximo, una fecha ideal para realizar anuncios sobre el futuro de la política triguera).

La actual carnicería de precios del trigo no es una sorpresa para ninguna persona informada. Pero es una publicidad negativa formidable para desincentivar la siembra del cereal el año que viene (algo que, clima mediante, podría volver a generar –tal como ocurrió en 2013– restricciones de oferta del producto).

La principal dificultad para establecer un compromiso público es que el mismo debe ser hecho simultáneamente por todos los candidatos presidenciales: basta que falte sólo uno para que la desconfianza provoque una nueva caída del área sembrada de trigo.

Los principales interesados en que siga todo tal como está son los farmers estadounidenses, quienes, gracias a la política kirchnerista (combo de retenciones y ROE discrecionales), lograron colonizar el mercado brasileño de trigo (el más apetecible a nivel mundial para un exportador del cereal).

Molinos localizados en la zona de influencia de la ciudad de Buenos Aires están ofreciendo entre 900 y 1050 $/tonelada para partidas de trigo con una calidad básica (artículo), mientras que el precio FAS teórico del trigo condición cámara publicado por el Ministerio de Agricultura se encuentra actualmente en 1560 $/tonelada.