Panorama político: Luces amarillas para Kicillof
Al cabo de la que fue su semana más difícil del año, en la que el asesinato del colectivero Daniel Barrientos le hizo pagar –por la naturaleza del caso y por errores propios sumados a defecciones ajenas- un costo político cuya profundidad aún no puede determinarse, en el horizonte de Axel Kicillof se encienden luces amarillas: el Gobernador teme que la indefinición electoral en el Frente de Todos termine por complicarlo. Ese es el marco de un rumor que vuelve, descriptivo del momento aunque tenga pocas chances de concretarse: adelantar las elecciones en la provincia.
El lunes, Kicillof anunciará junto a empresarios del transporte y el gremio del sector un cronograma para terminar de implementar una medida que hace tiempo debería haber estado lista: la instalación de cámaras con chips en los colectivos de la Provincia. Será un intento de comenzar a dejar atrás la crisis política que generó el crimen del chofer de la línea 620. La idea es hablar de soluciones en vez de profundizar las peleas con la Nación o arriesgar teorías conspirativas. Empatizar, no aparecer tan alejado del destemplado clima social imperante, del cual la inseguridad (y la inflación) son dos causales.
Eso no quiere decir que en el gobierno no subsistan peleas ni sospechas. Kicillof sigue exigiendo que Aníbal Fernández explique dónde y en qué trabajan los 6 mil gendarmes que el ministro nacional dice que están desplegados en el Conurbano. Argumenta que solo así podrá coordinarse efectivamente su actuación. Pero sospecha que los datos no llegan por tres motivos: 1) En realidad, aunque hay gendarmes no son 6 mil. 2) Fernández no quiere involucrarlos en seguridad ciudadana sino dejarlos en la custodia de sitios puntuales y objetivos estratégicos. 3) Nación no quiere ceder a Berni ningún control sobre esos efectivos.
El cruce del Ministro con el Gobernador, al que acusó de “desconocer” la provincia, es quizá menos grave que la falta de cualquier iniciativa del presidente, Alberto Fernández, por poner en caja a un subordinado que, fue evidente, había levantado demasiado el tono. Lo que está de fondo es, entonces, la fractura abierta entre el Presidente y el Gobernador, que hace rato que no se hablan. Esa distancia se potencia por la exigencia cristinista de, en una eventual PASO del Frente de Todos, presentar candidatos en todos los niveles. Es decir, también podría haber dos postulantes a gobernador.
Sergio Berni seguirá en su cargo: Kicillof cree que su presencia en la protesta donde fue agredido, es parte de un estilo que muchas veces dio resultados, aunque nadie puede por sí sola resolver cuestiones estructurales. Y justifica la detención de los choferes ordenada por la jueza Luisa María Escrich en un exhorto librado de madrugada. La causa la inició la policía porteña, pero contra lo que sugirió Berni avaló su continuidad. Ese operativo fue criticado Cristina Kirchner. Cerca de Kicillof se ilusionan con que la vice haya tratado de hacer control de daños: el operativo molestaba más al “progre” propio que al votante de Patricia Bullrich, dicen.
Entre los costos para el Gobernador está el de haber deslizado demasiado rápido que el robo tuvo características extrañas. Informado por Berni, en esa entrevista dio varios detalles que hasta ahora los testigos no confirmaron o refutaron. También habló de otra cuestión: la posibilidad de que haya habido infiltrados durante las agresiones. La UTA dijo a través de sus abogados que los choferes vieron personas que no son habituales. Y la justicia no terminó de investigar. Pero la conexión con Patricia Bullrich que esgrimió el gobernador parece requerir más pruebas que un cartel repetido y un acto previo en Lanús con algunos choferes que estuvieron en La Matanza.
En ese clima revuelto, apareció la hipótesis del adelantamiento electoral. En gobernación afirman que existe pero la adjudican a una operación de PRO. En PRO, dicen que es una movida de Kicillof. Imposible saberlo.
Sí se puede dar cuenta de la lógica involucrada: una elección bonaerense desdoblada le conviene a Diego Santill o a quien represente a Patricia Bullrich porque deja al candidato de Javier Milei en PBA sin la posibilidad de pegarse a la boleta de su referente nacional. Por explorar una hipótesis: si esa candidata fuera Carolina Píparo, su intención de voto es ínfima sin el arrastre de Milei. Es probable que parte de los votos anti Kicillof que recoge el libertario vayan a PRO. Del lado de Kircillof, no compartir boleta nacional implica aislarse de la tracción negativa de un candidato a presidente del FdT que no mida mucho.
El plan tiene pocas chances de prosperar: el Gobernador tiene una semana para emitir el decreto convocando a elecciones. Desdoblar para él la idea solo tendría sentido si no hay PASO, algo que cuando venza ese plazo no estará confoirmado. Pero sí da cuenta de las preocupaciones de cada uno: ser eyectado a candidato nacional o sufrir la tracción negativa por parte de Kircillof. La dispersión de voto opositor por parte de Santilli. (DIB) AL
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