Hoy 4 de diciembre se celebra el 66° Aniversario de la creación del INTA
El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) fue creado el 4 de diciembre de 1956 por medio del Decreto Ley 21.680/56. El Organismo nació con el fin de “impulsar, vigorizar y coordinar el desarrollo de la investigación y extensión agropecuaria y acelerar, con los beneficios de estas funciones fundamentales, la tecnificación y el mejoramiento de la empresa agraria y de la vida rural”. Es un Organismo con autarquía financiera y operativa que contribuye a fijar los lineamientos de la política agropecuaria, agroalimentaria y agroindustrial nacional a través de la investigación, la tecnología aplicada y la extensión, dependiendo del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación.
Está dirigida por un Consejo Directivo constituido por diez personas, cinco representantes del Sector Público y cinco del Sector Privado. El Sector Público lo constituye el Presidente y el Vicepresidente quienes son designados por el Poder Ejecutivo Nacional. A su vez el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca designa un representante, otro todas las facultades nacionales de Veterinaria y uno más todas las facultades nacionales de Agronomía. Los cinco Consejeros provenientes del sector privado, en cambio, representan a la Sociedad Rural Argentina, a la Federación Agraria Argentina, a Coninagro, a los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola CREA y a la Confederaciones Rurales Argentinas CRA.
Existen además y con funciones honorarias para colaborar en llevar adelante las políticas ya fijadas 15 Consejos de Centros Regionales y 4 Consejos de Centros de Investigación.
El INTA consta actualmente, a lo largo y lo ancho de nuestro país de 47 Estaciones Experimentales y 313 Unidades de Extensión Agropecuaria al igual que 4 Centros de Investigación que cuentan con 16 Institutos.
Prestan servicios en el Instituto 6657 agentes de los cuales el 64 % son técnicos.
En la década del 80 se observó una desaceleración relativa de la productividad agrícola, en el marco de transformaciones significativas en los mercados de los productos primarios. Por ello, se efectuó un profundo rediseño de la organización, con énfasis en la descentralización, la participación y la integración. En 1986 se modificó la estructura del INTA para descentralizar sus funciones. La descentralización se concretó principalmente en la constitución de las quince Regiones a las cuales se les confirió la responsabilidad de determinar prioridades y distribuir los fondos en cada una de sus jurisdicciones. Estos Consejos se conformaron con representantes de distintas asociaciones de productores, de los gobiernos provinciales, de la comunidad científica y de las universidades, con funciones honorarias evitando cargar el presupuesto del Instituto de nuevos agentes rentados.
Además, INTA, en su parte investigativa, fue un actor clave frente a la irrupción del Mal de la vaca loca, logrando que el país fuera certificado como libre de la enfermedad y al Plan Toros mejorando la genética y sanidad de los rodeos. Además, junto a las universidades y las asociaciones de productores, fue un actor fundamental en la introducción de la siembra directa y en la concreción (mediante un préstamo del BID administrado por el Banco de la Nación Argentina) del Mapa de Suelo que es el inventario del recurso suelo y proporciona la clasificación y evaluación de las tierras de todo el territorio argentino (GeoInta).
Aún resuena la trascendencia dada, un día como hoy, a este 4 de diciembre, pero de 1986, cuando INTA cumplió 30 años, (ahora son 64). Se celebró con un solemne acto, en el Salón Dorado del entonces Consejo Deliberante que fue presidido por el Presidente Constitucional de ese momento. En el estrado se sentaron a su lado dos premios Nobeles que colaboraban permanentemente con el Instituto: Luis Federico Leloir y Norman Ernest Bourlaug, el «padre de la revolución verde».
En la década del sesenta y parte de la del setenta, el INTA cumplió un rol muy importante en la generación y difusión de tecnología. En esos años el organismo contribuyó fundamentalmente en forma eficaz con el cambio que se produjo en el sector agropecuario argentino y fue el puntal más alto en la misión de acelerar la tecnificación para el mejoramiento de la actividad rural. Es ahí en que los productores rurales tomaron un enorme reconocimiento al Instituto a cuya creación se habían opuesto muchos de ellos. Es a principios de la década del ochenta, que se observó una desaceleración relativa de nuestra productividad agrícola no obstante el marco internacional que estaban mostrando los mercados de los productos primarios. En consecuencia, era necesario y previsible anticiparse a un nuevo contexto para este sector.
A causa de ello, se efectuó un profundo rediseño de la organización del INTA, con énfasis en la descentralización, la participación y la integración. La descentralización se concretó principalmente en la constitución de los quince Consejos de Centros Regionales y tres Consejos de Centros de Investigación, a los cuales se les confirió la responsabilidad de determinar prioridades y distribuir los fondos en cada una de sus jurisdicciones. Estos Consejos se conformaron con representantes de distintas asociaciones de productores, de los gobiernos provinciales, de la comunidad científica y de las universidades. La integración se obtuvo con acciones conjuntas con la actividad privada, destacándose la figura de convenios de vinculación tecnológica, especialmente útiles para la culminación y puesta en uso de desarrollos propios y compartidos, tales como la vacuna contra la neumoenteritis de los terneros desarrollada juntamente con un laboratorio privado.
Por su parte, la integración con el sector público permitió la implementación del Programa Federal de Reconversión Productiva (Cambio Rural) con la SAGPyA, destinado a productores pequeños y medianos, y el Programa Prohuerta para la producción de alimentos por parte de poblaciones carenciadas. Durante este período también se elaboró el Plan de Tecnología Agropecuaria Nacional (PLANTA), precursor del actual Plan Estratégico Institucional (PEI), preparándose al mismo tiempo en cada Centro Regional un Plan de Tecnología Agropecuaria Regional (PLANTAR). A principios del 2000, la Ley 25.641 restituyó al INTA las atribuciones conferidas por la Ley de creación del organismo.
En lo que respecta a investigación, en 2012 un grupo de investigadores de INTA y la Universidad Nacional de San Martín presentaron al primer bovino bitransgénico en el mundo. capaz de producir leche maternizada, la vaca Rosita ISA.
Asimismo ha expandido su área de investigación, innovando en el diseño de maquinaria agrícola.
Otro desarrollo reciente del INTA para prevenir el rotavirus, patentado en el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) del Ministerio de Producción y Trabajo de la Nación, es el ganador del 1er Concurso de Inventos Patentados 2018 – PROSUR, entidad que reconoce al mejor invento de los últimos cinco años de la región. El INTA inició un estudio con camélidos, con anticuerpos derivados de llamas (nanoanticuerpos). Desarrolló y patentó, en el INPI y otras oficinas de Propiedad Industrial, un anticuerpo capaz de neutralizar a diferentes variantes del virus. Hoy están trabajando para lograr que una vaca transgénica permita transmitir en su leche estos anticuerpos. El objetivo es elaborar leche maternizada para que los niños al tomarla estén protegidos contra ese tipo de virus.
El INTA es y debe seguir siendo un Instituto de investigación de vanguardia en el desarrollo agro-tecnológico mundial, que esté junto al productor y sus necesidades asistiendo, a su vez, tanto al ruralismo tradicional como a los sectores sociales que merecen atención pero siempre atendiendo esencialmente, una estrategia institucional abierta y bien estructurada que dé prioridad al componente más dinámico de nuestra economía que es la actividad agropecuaria, incorporando dentro de sus directrices que la producción sea sustentable desde la conservación del ambiente y, en particular, de la fauna y flora autóctonas, revalorizando las entidades del agro (gremiales, tecnológicas y reguladoras de las profesiones que la nutren) como así también a las mutuales y cooperativas, producto del asociativismo y economía social de pequeños productores agropecuarios. Es un Organismo Tecnológico con objetivos patrióticamente superiores, por lo que no debe convertirse en uno político al servicio del gobierno de turno, que debe buscar siempre la excelencia, formando grupos universitarios capacitados con esperanzas, originalidad y talento, que ayuden con seguridad, fundamentos y certeza a promover una acertada y exitosa política agropecuaria nacional.
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