El Senado sesionará este jueves para definir si echan a Kueider, y el gobierno incluyo a suspender al senador Parrilli

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La vicepresidenta Victoria Villarruel convocó de manera oficial al Senado a sesión para tratar este jueves, a las 11, la expulsión del entrerriano Edgardo Kueider, detenido desde hace una semana, cuando intento ingresar a Paraguay desde Brasil con más US$ 200.000 en efectivo que no había declarado ante las autoridades aduaneras del vecino país.

Tras la convocatoria de  para sesionar hoy y debatir la expulsión de la Cámara alta o la suspensión hasta el 1 de marzo próximo del peronista disidente Edgardo Kueider, detenido la semana pasada en Paraguay junto a su secretaria y más de USD 200.000 sin declarar, el oficialismo activó por la tarde una réplica que tensionará al máximo el encuentro de este jueves: La Libertad Avanza solicitó incorporar la suspensión del cristinista Oscar Parrilli, con historia judicial abierta.

La expulsión que empuja el kirchnerismo sobre su ex colega Kueider difiere de la suspensión que el oficialismo y la oposición dialoguista piensan para salir del embrollo. Y ahora se agrega la de Parrilli. No obstante, las tres opciones precisan dos tercios para ser habilitadas sobre tablas, ya que no cuentan con los dictámenes correspondientes, y la misma cifra para ser votados a la hora de la verdad.

La delicada situación se da debido a que, si ninguno de los tres caminos llegara a buen puerto, la sesión derivará en un papelón mayúsculo y agravará el estado de situación en el Senado. La intransigente postura del Frente de Todos -el cristinismo puro quiere, como es usual, acelerar a fondo con su visión- no avizora una resolución sin consecuencias de cara a mañana.

De hecho, el orden de los temas es clave y genera urticaria en muchas bancadas. Es decir, si primero aparece la expulsión de Kueider, el oficialismo y la oposición dialoguista quedarán expuestos a no avalarla para iniciar el debate. Sin embargo, en ese grupo hay legisladores que aceptarían echar al entrerriano -por caso, el PRO, que está dividido-, lo que genera intriga y una potencial definición para el infarto en el recinto.

Si se pasara a su suspensión y el kirchnerismo no ayuda con dos tercios, también se caería. Claro está que tampoco quedaría habilitada la suspensión de Parrilli, por los números que tiene el Frente de Todos para bloquear cualquier movimiento en ese sentido. Por eso el temor que circula en muchos despachos del Senado: que el escándalo de Kueider quede tapado por un delirio sin resolución de ningún tipo. Una mancha venenosa para todos los legisladores y, en particular, para la institucionalidad de la Cámara alta.

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