En los últimos días se han recibido en los tambos sucesivos avisos de aumento de precios y una reducción de los plazos aceptados para los cheques, en varios insumos claves para la producción. La magnitud de estas subas, oscila alrededor del 20%. Y las mismas, no parecen encontrar más fundamento que una cobertura, respecto de lo que pudiera pasar a partir de una devaluación que se produciría, a poco de asumir el nuevo gobierno.
Por otro lado, la difícil situación que atraviesa la lechería en general, y la producción en particular, es de público conocimiento. Los tamberos están percibiendo por la leche 15% menos de precio, a moneda corriente, que lo que recibían hace un año atrás, claramente por debajo de lo que hoy les cuesta producirla. Y se observa también la reducción a un 24% en la participación de la producción, en el valor final que los consumidores pagan por un litro de leche «equivalente» (el necesario para elaborar el «mix» de todos los productos lácteos ofrecidos).

Entonces no cuesta mucho entender, que estas medidas comerciales agravan la ya muy mala coyuntura de los tambos, la preocupación extrema que tenemos los productores, y la necesidad de revertir estas decisiones ya mismo, con prudencia. Y esperar a que el nuevo gobierno asuma, veamos todos cómo se va a transitar el complejo reordenamiento de precios relativos, y la forma en que juntos vamos a poder «acomodarnos» a la nueva situación, con el mínimo daño posible para cada sector.
Entender esto, y actuar con sabiduría y cautela, va a ser para beneficio de todos. Mientras que no hacerlo así y actuar «a cuenta de lo que pudiera pasar», queriendo salvar cada uno a su empresa a expensas de los otros, va a afectar seriamente el funcionamiento de los tambos y su demanda de bienes y servicios. Con lo cual, el día después, nos perjudicaremos todos.
En un país como el nuestro, donde sobran los alimentos, no es comprensible la práctica del canibalismo. Por favor, retrocedamos con los aumentos anunciados, y vamos juntos hacia el futuro.