Agricultores franceses cercan París
Amenazan generar caos reclamando contra regulaciones ecológicas que afectan sus costos y el cese de importaciones que consideran «competencia desleal».
Al norte y al sur, al este y al oeste, el tráfico quedó perturbado en ocho autopistas alrededor de la capital de la segunda economía de la Unión Europea con tramos cerrados a unas decenas de kilómetros de París.
Los agricultores permanecerán en estas carreteras día y noche «el tiempo que haga falta», dijo Luc Smessaert, vicepresidente del sindicato agrario mayoritario FNSEA, mientras los campesinos organizan campamentos improvisados en la región parisina con fardos de paja, cisternas de agua y baños portátiles.
El sector denuncia la caída de los ingresos, las bajas pensiones, la complejidad administrativa, la inflación de las normas ambientales y la competencia extranjera, y especialmente el acuerdo que negocian la UE y los países del Mercosur.
Presión sobre Macron
La FNSEA y sus aliados de los Jóvenes Agricultores habían llamado a un «cerco de la capital por una duración ilimitada» para presionar al gobierno, cuando se cumplen 11 días de protestas.
El sector consideró insuficientes las medidas anunciadas el viernes por el primer ministro, Gabriel Attal, como suprimir el aumento de la tasa del diésel de uso no agrícola y ayudas a sectores en crisis.
Símbolo de la creciente presión, el presidente francés, Emmanuel Macron, se reunió con varios de sus ministros tras permanecer en segundo plano durante las protestas, y la vocera gubernamental, Prisca Thevenot, adelantó que habrá nuevas medidas el martes.
Attal debe reunirse de nuevo este lunes con la FNSEA y Jóvenes Agricultores y, según la presidencia, Macron abordará el jueves con la titular de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el acuerdo comercial UE-Mercosur, a cuya firma en su forma actual se opone.
«Problemas de costes»
El sector agropecuario es culturalmente importante en la séptima economía mundial, aunque su peso en el PIB retrocedió fuertemente desde el 18,1por ciento en 1949 –el período de reconstrucción posterior a la Segunda Guerra Mundial– al 2,1por ciento en 2022.
Las autoridades han evitado frenar las protestas, pero ahora movilizaron 15.000 policías y gendarmes para garantizar el acceso a los aeropuertos parisinos y al importante mercado mayorista de Rungis, a 7 kilómetros de París, adonde se dirige un convoy de tractores convocados por la Coordinación Rural –salieron a primera hora de la mañana desde Agen entre Burdeos y Toulouse– con la intención de cerrar sus accesos.
El ministro amenaza
El ministro de Interior, Gérald Darmanin, advirtió que las fuerzas del orden no van a impedir los bloqueos de vías en torno a París, mientras se respeten «los bienes y las personas», sí intervendrán si los tractores tratan de entrar en París, bloquear París o los aeropuertos de la capital, Orly y Charles de Gaulle.
Una unidad antidisturbios de la Gendarmería con varias tanquetas había tomado posiciones ya esta mañana en torno al mercado de Rungis.
«No somos bandidos. Solo queremos respuestas, porque este es nuestro último convoy, nuestra última lucha por los agricultores (…) Es una cuestión de supervivencia», dijo Karine Duc, miembro del sindicato Coordinación Rural.
Francia ha perdido en 50 años tres cuartas partes de sus agricultores y ganaderos, y recurre cada vez más a las importaciones: un pollo de cada dos viene del extranjero, así como el 60 por ciento de las frutas.
En total, más de 3.000 agricultores estaban movilizados el lunes en toda Francia, un tercio en el suroeste, según una fuente policial. Aunque estos recibieron muestras de apoyo en los últimos días, las oenegés ecologistas y el sindicato agrario Confederación Campesina temen que se rebajen las normas ambientales como el uso de pesticidas y ponen el foco en una mejor remuneración y en el fin de los tratados de libre comercio.
El trasfondo económico y político
Los agricultores de Francia, el mayor productor agrícola de la UE, se consideran asfixiados por las regulaciones de protección ambiental. Y argumentan que también los perjudica la competencia de importaciones más baratas y producidas con menores normas medioambientales. Esta argumentación es compartida por los productores del resto de la UE, mientras que las negociaciones sobre los precios de los alimentos son algo específico de Francia.
Estos productores plantean que la presión del gobierno y los minoristas para reducir la inflación de los alimentos, los ha llevado a una situación de no poder cubrir los altos costos de energía, fertilizantes y transporte.
A todo esto se suma la gran cantidad de importaciones desde Ucrania, para las cuales la UE ha dejado de lado las cuotas limitantes y aranceles previos a la invasión rusa, como una forma de apoyar a los ucranianos en la guerra. Y es conflictiva también la negociación para firmar un acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur: según los productores franceses, esto les acarrea una competencia desleal en azúcar, cereales y carne. Las importaciones generan resentimiento por presionar los precios europeos hacia abajo, aunque –según quienes se oponen a las mismas– esos vegetales no cumplen los estándares ambientales impuestos a los agricultores de la UE.
Los productores son enemigos de las políticas verdes porque opinan que son contradictorias con el objetivo europeo de volverse más autosuficientes en la producción de alimentos ante la novedad de la guerra en Ucrania y la desaparición de Rusia como socio comercial proveedor de muchos productos de la tierra. También se oponen a proyectos para evitar la desaparición de hongos autóctonos, a regulaciones sobre riego y uso excesivo de pesticidas, y también las medidas de protección animal, que según ellos, no tienen en cuenta a una población de agricultores franceses que se reduce y envejece.
En toda la UE
Más allá de Francia, la ira agraria se ha hecho oír en varios países de la UE como Alemania, Polonia y Rumanía. El domingo, agricultores belgas a bordo de tractores bloquearon una importante autopista pidiendo cambios en la Política Agrícola Común (PAC) europea.
«No es un problema de precios. Esto es un problema de costes de producción que nos llevan a la ruina», dijo en una radio española el líder del sindicato agrícola Asaja, Pedro Barato, adelantando protestas que habrá en España a partir de la próxima semana.
En Alemania las protestas explotaron luego de la decisión gubernamental de eliminar gradualmente una exención fiscal sobre el diésel agrícola, mientras intentaba equilibrar su presupuesto para 2024. A principios de este mes, Berlín fue casi paralizada cuando una de sus avenidas centrales se llenó de camiones y tractores. En Rumania, agricultores y camioneros protestaron este mes contra los altos costos comerciales que bloquean el acceso a un cruce fronterizo con Ucrania.
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