El productor triguero está atravesando la peor crisis económica de la última década
El sector triguero está atravesando la peor crisis económica de la última década. La caída mundial del precio de este cereal, impacta con mayor crudeza en el productor argentino que paga retenciones por el 23%, tiene una inflación superior al 30% y recibe un precio significativamente menor que sus competidores internacionales como consecuencia de las restricciones a las exportaciones.
Hoy el productor de trigo necesita un 113% más de cereal que en mayo de 2014 para comprar la misma cantidad de gasoil. Mientras que el año pasado, con 5,52 quintales accedía a 100 litros de ese combustible, hoy requiere 11,75 quintales.
La situación llegó a un punto terminal por varios factores. Entre ellos, los cupos a la exportación que anulan la competencia entre la demanda interna y externa y permite la cartelización de industriales y exportadores que llegaron a pagar hasta un 25% menos del valor del cereal. Si a esto se le suman las retenciones, la quita de precio que recibe el productor es cercana al 50%.
Las sospechas en el manejo fraudulento de esos permisos de exportación, hecho denunciado recientemente, generan mayor indignación frente a una situación contra la que el campo manifestó en muchas oportunidades, señalando su falta de transparencia. Además, las consecuencias de esta medida llevaron a muchos productores a abandonar el cultivo de este cereal.
La situación interna se complejizó aún más este año con la caída internacional de los precios de los commodities. El valor del trigo en el mercado global cayó 41%, de 306 dólares, en mayo de 2014; a 181, el mismo mes, este año. Internamente, la caída del precio fue mayor, llegó al 49%: pasó de 1870 pesos a 970 pesos.
Como ya hemos anticipado, si no se abren las exportaciones de trigo va a quedar sin vender la tercera parte de la cosecha, cerca de 4 millones de toneladas que tienen como único destino la exportación, ya que gran parte de este volumen no posee la calidad que se necesita para la producción de pan. Por lo tanto, el gobierno está prohibiendo la venta externa de un trigo que no se consume en el país.
Todas estas cuestiones llevaron al desfinanciamiento total del productor de trigo y a un serio problema económico y social para las regiones productoras del cereal, sobre todo para aquellas donde no existe la alternativa de sembrar otros cultivos. En plena siembra de trigo, las expectativas de implantación de este cereal son cada vez más bajas y la situación es más alarmante.
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