La Piedra Movediza de Tandil, ese ícono que cayó un 29 de febrero
La Piedra Movediza de Tandil cayó curiosamente un 29 de febrero, ese día que aparece en el calendario cada cuatro años. Fue en 1912 y causó una gran conmoción en esa sociedad bonaerense. Pero el desplome de ese fenómeno de la naturaleza que con sus 300 toneladas decoraba la ciudad desde las alturas, aún hoy está envuelta en un gran misterio y teorías conspirativas.
Fue, según cuenta la historia, entre las cinco y las seis de la tarde cuando la piedra cayó, también curiosamente, ante la vista de nadie. No hubo ni tandilenses ni turistas invitados a ese momento histórico. Rota en tres pedazos, el ícono de piedra quedó en el fondo del precipicio. Sus 5,75 metros de alto y 7 de base ya no se podían contemplar como antes.
La presencia de la piedra nació con la fundación de Tandil (1823), cuyo significado se debate entre “piedra que late”, “peñasco que palpita” o “piedra al caer”. El emblema de la ciudad se esgrimía en lo alto y hacía equilibrio sobre un vértice de una forma tal que solo las leyes de la Física podrían entenderlo.
Desde el día que la gente concurrió al “funeral” de la Movediza, las hipótesis de dispararon y replicaron a lo largo de la ciudad. Una de las primeras fue culpar a un grupo de canteristas molestos por la presencia en el lugar de turistas que interferían en su labor.
También se apuntó directamente a una orden de Juan Manuel de Rosas (exgobernador de la provincia de Buenos Aires hasta 1852), quien mandó a utilizar una yunta de bueyes pero no pudo derribarla.
Aunque científicamente no se sabe por qué se cayó, muchos piensan que la utilización permanente de barrenos en la zona de las canteras provocó el movimiento de las sierras que llevó a la caída.
Otros, en cambio, creen que la base en la que estaba apoyada la mole de granito se encontraba desgastada por las botellas de vidrio que los turistas le ponían para comprobar, al día siguiente, que la piedra las aplastaba.
El regreso de La Movediza
Más allá de la leyenda, los vecinos no olvidaron nunca a ese ícono. Por eso no sorprendió la intención de “reconstruirla”. Fue finalmente el 17 de mayo de 2007 cuando se levantó en el lugar una réplica de la piedra, en un acto en el que estuvieron presentes el entonces presidente, Néstor Kirchner y el gobernador bonaerense, Felipe Solá.
Para su elaboración, se pusieron como norte imitar a la piedra original. Se plantaron primero sus bases de acero y se llenó su estructura con resina y fibras sintéticas. Finalmente, se le agregó el color y la textura del fenómeno natural. No obstante, fue imposible lograr que la réplica, como la original, “se mueva”.
Para verla, los turistas deben subir hoy 264 los escalones de piedra, que los llevarán a un mirador, donde podrán apreciar de cerca la réplica de esa piedra que supo maravillar por su movimiento. Leve, casi imperceptible. Pero movimiento al fin. (DIB)
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