Junín, un ícono de la bioeconomía
El partido de Junín se ha convertido en uno de los íconos bioeconómicos de la Argentina. La agricultura, combinada con la ganadería y un complejo agroindustrial – integrado fundamentalmente por pymes, llevan a que cada año más productos juninenses se consuman localmente o crucen las fronteras del partido con mayor valor agregado.
La enorme aptitud agrícola de los suelos y productores altamente calificados y tecnificados, logran expresar al máximo el potencial genético de las semillas modernas. Una gran cantidad de estos, combinan la agricultura con la ganadería, rotando cultivos de soja, maíz, trigo con verdeos y pasturas, dando sustentabilidad ambiental y económica a su producción, mostrando que es posible la producción de carne en campos agrícolas.
Otros productores dan un mayor valor a sus granos convirtiéndolos en carne en sus feedlots, o en granjas de pollos o cerdos. Los más grandes, van modernizando sus instalaciones, transformando los efluentes del proceso en biogás y fertilizante orgánico. La genética ocupa un lugar relevante en la ganadería juninense. Podemos destacar dos cabañas criadoras de toros de prestigio nacional, otra muy reconocida de cerdos y a la Cabaña avícola El Arlequín, que acaba de obtener el primer premio campeón al mejor gallo Batams en la Exposición Rural de Palermo. Ningún establecimiento agropecuario está completo si no tiene corderos, y para ello Junin cuenta también con su cabaña de ovejas.
Sobre la Ruta 7, en las cercanías de la localidad de Saforcada, se ubica la ex planta aceitera de Nidera (actualmente de la china COFCO). Allí más de dos mil toneladas de soja y otras tantas de girasol se transforman en aceite y proteína vegetal. La cáscara de las oleaginosas -un descarte del proceso es utilizada como combustible en la caldera para generar 6 MW de energía que son utilizada durante el proceso de molienda o exportados a la red.
4 plantas convierten los granos y las proteínas vegetales en alimentos balanceados para los diferentes tipos de ganado. Otra más elabora alimento para peces y mascotas. Las formulaciones se completan con la incorporación de las vitaminas necesarias para el correcto desarrollo de los animales, con el agregado del núcleo mineral producido también localmente.
El ciclo del ganado bobino se cierra en los dos frigoríficos ubicados en el barrio La Vaca, cerca de la intersección de la ruta nacional 188 y la ruta provincial 65.
El aceite de soja es trasformado en biodiesel por una moderna refinería que vende su producción a las petroleras que deben cumplir el mandato de corte al 10% de biodiesel con gasoil, según lo estipulado por la Ley 26.093. Es cierta forma, el biodiesel se convierte en un insumo de su propia producción. Un claro ejemplo de economía circular.
En dos molinos, uno con más de 110 años de historia y otro próximo a alcanzar los 100, se convierten en harina unas 500 toneladas diarias de trigo. Harina que en parte será convertida en fideos por la firma local Don Antonio, para ser vendidos en todo el país o incluso exportados. Esta harina también es transformada por los panificadores junienses en exquisitos productos, sobre todo cuando se combinan con el dulce de leche El Corralito, elaborado en la localidad juninense de Agustín Roca. Célebre por la calidad de sus fiambres, Roca se ha convertido en un ícono de la gastronomía en la región. Próxima a esta localidad encontramos una fábrica de queso, que, al igual que la aceitera, utiliza biomasa para alimentar su caldera.
En las quintas vecinas a la ciudad, se pueden encontrar varios establecimientos productores de verduras, donde se destacan los tomates, cuya calidad y demanda eleva los precios en las verdulerías locales respecto a los de otras regiones.
Para completar la mesa gastronómica, solo nos falta el vino. Para eso debemos esperar apenas unos pocos meses. Este verano Finca Las Antipodas lanzará el primer vino 100% juniense. La cosecha se efectuó en febrero y las uvas Petit Verdot y Malbec ya se están en proceso de fermentación.
Pero el proceso comprende también actividades aguas arriba de la producción agropecuaria. La calidad de semilla para alcanzar los rindes esperados requiere de mucha inversión en biotecnología. Son 2 las empresas que producen de semillas en Junín, una para cultivos como soja, maíz, girasol, trigo y sorgo y otro dedicado a semillas forrajeras. Otras 2 empresas biotecnológicas atienden diferentes necesidades. Una dedica a la formulación y elaboración de productos microbiológicos y fungidas de alta calidad y la otra a la producción de urea de liberación lenta como insumo en las dietas de tambos y feedlots.
Todo el clúster productivo se encuentra apoyado sobre una gran infraestructura. El Parque Industrial de más de 100 has ya quedó colmado y hay en carpeta un proyecto para instalar otro nuevo. La conectividad con otras regiones a través de las rutas nacionales 7 y 188 que conforman el Corredor Bioceánico y el ferrocarril San Martín, sumado a la zona aduanera primaria en Saforcada, facilitan las operaciones logísticas, dando una gran ventaja frente a otras regiones mediterráneas.
La Universidad Nacional del Noroeste, con sus carreras de agronomía, las distintas ramas de la ingeniería, alimentos, genética y económicas, representa un gran aporte a la demanda de recursos humanos capacitados que requieren estas industrias. El desarrollo de la bioeconomía va de la mano de la investigación. Ya sea para el desarrollo de nuevos productos derivados de biomasa que reemplacen a sus equivalentes fósiles, o el descubrimiento de nuevos insumos o procesos que optimicen los existentes. El aporte que puede dar una universidad enfocada a la producción sustentable tiene un valor incalculable.
El potencial de Junín en el desarrollo de la bioeconomía es tan amplio, que siempre habrá actividades para seguir sumando. Sobre la intersección de las rutas nacionales 7 y 188 se dan, por ejemplo, condiciones inmejorables para la instalación de una planta de bioetanol derivado de cereales. Allí se ubica la planta logística de YPF – a donde llega el combustible proveniente de las refinerías a través de los ductos. Hoy el bioetanol que se incorpora allí a las naftas llega en camiones desde unos 500 km en promedio. Otro caso a evaluar es el aprovechamiento del gran espejo de agua para la cría intensiva de pejerrey.
Agricultura, ganadería, genética, bioetecnología, alimentos, vinos, biocombustibles, energías renovables, son los pilares del clúster productivo juninense. Un clúster bioeconómico con un fuerte acento en la sostenibilidad.
Por Emiliano Huergo /Bioeconomia
Deja un comentario