Ganaderia: un tiempo de paciencia
Después de esperar durante tantos años un cambio de orientación política en relación a la ganadería, no nos debe ganar la impaciencia en este momento. La producción ganadera no es como la agricultura, de ciclos cortos; por el contrario, sus ciclos generalmente llevan muchos años.
Después de reiniciar un proceso de finalización de intervenciones, con la posibilidad cierta de volver a exportar a todos los mercados del mundo, los ojos de los productores están puestos en los pocos remates de invernada, los precios que logra el gordo en el Mercado de Liniers y por último, en los valores de los cortes en la carnicería.
Para comprender el momento actual, a esa foto de los tres grandes escenarios hay que convertirla en una película: Hasta ahora los únicos que pudieron hacer alguna diferencia fueron los criadores; los invernadores están como a mitad de camino; y los carniceros aprovecharon todo el envión de la primera semana de diciembre provocando aumentos máximos en todos los cortes, pero sin tener en cuenta las pronunciadas bajas de los días posteriores.
Los invernadores, tanto tradicionales como feedloteros, ya tienen claro que el maíz no será la variable de ajuste para obtener buenos márgenes de engorde y terminación. Con el cambio de ciclo político, ocurrió una liberación de precios que solamente ajustará en la próxima campaña, de acuerdo al resultado de la cosecha que termina en marzo y que promete ser importante. La rentabilidad del maíz devolvió a muchos productores la esperanza de rotar sus cultivos y volver al formato tradicional de sustentabilidad.
La industria gran perjudicada durante estos años llega con pulmotor al inicio de la verdadera maratón. La gran carrera del futuro de la cadena de ganados y carnes la encuentra diezmada, sin fuerzas y con el último aliento para poder comenzar a disfrutar de un periodo que augura en los próximos años más faena y abundantes destinos de colocación. Sería bueno, en esta nueva etapa, poder sincerar mucho más a un sector que sobrevivió con dobles estándares sanitarios y con niveles de marginalidad impositiva que solo lograron complicar más a quienes cumplen todas las normas.
Mientras que lo único que ocurrió hasta acá es el final de un ciclo político y el comienzo del otro, las expectativas no deben empañar lo bueno que resta por construir entre todos. Por eso, estos son tiempos de paciencia, de permitir que los mercados vayan encontrando sus puntos de equilibrios. Es muy importante saber que se salió de la olla a presión que tenía a un sector distorsionado por las “regulaciones” y que, cada tanto, producía correcciones de precios espasmódicas y siempre abultadas, después de meses de obligado amesetamiento.
Estos incrementos de precios, importantes en porcentaje, no le hacen bien al sector, dado que distorsionan momentáneamente los equilibrios relativos internos de la cadena. Posiblemente los aumentos del animal gordo vayan siendo escalonados como en cuentagotas, pero sincerando al cabo de un tiempo los valores en el mercado de Liniers. Las correcciones a la cadena minorista se hacen igualmente en forma paulatina hasta llegar a valores reales, los cuales son replicados por el carnicero reflejando siempre los corrimientos al alza, pero nunca los corrimientos a la baja.
Por eso, podemos decir que quienes más captaron los incrementos actuales en la cadena fueron inicialmente los criadores y posteriormente, los carniceros, recuperando rentabilidad en el mostrador pero impactando en una demanda limitada por los aumentos inflacionarios de todos los productos.
Tomando los datos del Mercado de Liniers, incluyendo hasta esta última semana, podemos decir que muy poco quedó del aumento inicial de diciembre que motorizó una suba generalizada de los cortes en las carnicerías, tal como se evidencia en el siguiente cuadro que refleja la continua caída del gordo:
Por Raúl Milano, Director Ejecutivo de Rosgan
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