Fernández buscó mostrarse como el dueño de la pelota y advirtió: «Pierde, pincha, rompe… paga»
Bien movido comenzó el año para el Gobierno y en ese escenario de mar revuelto, de bandera roja y negra en el que navega por estos días en pleno verano la gestión de Alberto Fernandez, el oficialismo se apresta a recorrer una semana con al menos tres acontecimientos significativos que, por cierto, escaso margen ofrecen a priori como para suponer que las aguas tiendan a calmarse.
El próximo martes está previsto que se conozca la inflación de enero pasado. Se trata de un dato clave para la Casa Rosada en los albores de un 2023 electoral y que, en medio de la interna en el Frente de Todos (FdT), podría agregar más leña al fuego en el caso de ubicarse por encima de las expectativas -y de las recientes promesas- del Ministerio de Economía: lo que en efecto parece que sucederá.
El titular del Palacio de Hacienda, Sergio Massa, de cuya labor dependen hoy en grandísima medida las esperanzas de triunfo del peronismo en los próximos comicios generales, se planteó como objetivo llegar a abril de este año con una variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) que comience con 3: una meta que luce cada vez más remota.
Tras el 5,1 por ciento de diciembre de 2022, el costo de vida habría mantenido su tendencia alcista en el primer período de 2023 y según algunas consultoras privadas la inflación de enero podría superar el 6%. En la ciudad de Buenos Aires el IPC arrojó una variación del ¡7,3%! para el mes pasado, un antecedente nada alentador para Fernández, Massa y compañía.
No solamente las perspectivas de victoria del peronismo en la próxima convocatoria a las urnas están actualmente condicionadas por los resultados que logre Massa como ministro de Economía, en su misión de otorgar algo de alivio a los ajetreados bolsillos de los argentinos en el corto plazo: sus propias ambiciones electorales, si es que efectivamente abriga sueños de competir por la Presidencia de la Nación este año, se subordinan a eso.
Apenas 24 horas después de que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) confirme -o desmienta- que la cosa no está funcionando como pretende Massa en materia de inflación, se espera que el Gobierno anuncie oficialmente quién reemplazará a Juan Manzur como jefe de Gabinete, para acompañar a Fernández en un alambicado tramo final de su mandato.
El dirigente tucumano, que según su círculo íntimo siente que ha sido «desaprovechado» en la mesa chica del Poder Ejecutivo nacional, regresará a su provincia en busca de mantener al peronismo al frente de la Gobernación local. El 14 de mayo próximo se celebrarán elecciones allí y Manzur será compañero de fórmula de Osvaldo Jaldo -el actual mandatario interno-.
Fernández refuerza la trinchera albertista
No está claro aún si Manzur mantendrá en pie sus aspiraciones «nacionales» e intentará asomar el meñique desde Tucumán como probable contendiente en una PASO del oficialismo -si es que llegara a suceder-, como lo intentó tímidamente en las últimas semanas. De cualquier modo, el dato saliente en este cambio de nombres es la eventual llegada a la Jefatura de Gabinete de un combativo como Agustín «Chivo» Rossi.
Según averiguó NA consultando fuentes oficiales, el dirigente santafecino y actual interventor en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) es quien mayores posibilidades tiene de ocupar el lugar de Manzur, para desempeñar desde allí un rol más protagónico, con un perfil más enérgico probablemente y ajustado a los tiempos desafiantes que se avecinan -como todo hace suponer hoy- para el albertismo en la interna del FdT.
Flanqueado por un sabueso político como Aníbal Fernández y por una Victoria Tolosa Paz cada vez más «picante» con sus réplicas al núcleo duro kirchnerista, Fernández fortalece su primera línea de combate al sumarlo a Rossi -si es que finalmente se confirma su designación- para afrontar una doble tarea en los próximos meses: chicaneo mediático por un lado y una concreta defensa de la gestión del Presidente por el otro.
Rossi puede imprimir a la mesa de colaboradores estrechos del jefe de Estado una musculatura distinta: ni mejor, ni peor, simplemente diferente, en comparación con un Manzur más afín a la rosca interna y a los tejes y manejes puertas hacia adentro que a las declaraciones grandilocuentes, al chisporroteo periodístico y al intercambio público de dardos con propios y extraños.
En un escenario en el que incluso se espera que los decibelios vayan en aumento, a medida que avance el año electoral, Fernández -además- confirmaría al sucesor del dirigente tucumano justo antes del tercer acontecimiento clave previsto para la próxima semana: el mitin que el FdT llevará adelante en la sede del Partido Justicialista (PJ) de la calle Matheu, en Buenos Aires.
Será el jueves que viene y fue convocado por Fernández, en un intento por tomar el toro por las astas en medio de los fogonazos kirchneristas y las balas que le picaban cerca. Las fricciones de los últimos días con el ministro del Interior, el camporista Eduardo «Wado» de Pedro, terminaron por alentar al jefe de Estado a ser él el primero en mover las piezas en el tablero de ajedrez electoral con el que deberá lidiar el oficialismo para acomodarse orgánicamente y designar candidaturas antes de las PASO.
Escoltado por sus alfiles, Fernández se sentará a la mesa para discutir estrategias y probablemente intentar acordar un «alto el fuego» preventivo, con los peones que responden a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner ubicados en casilleros antagónicos quizá y la curiosidad de que «Wado» de Pedro dirá presente allí -o al menos eso se espera- en representación del espacio que comanda la ex mandataria, más que como integrante del mismo Gobierno. O bien interpretando tal vez una extraña versión política del doctor Henry Jekyll en la que cada tanto se muestre como el señor Edward Hyde: una misma persona, dos personalidades, dos roles disímiles. Todo eso está por verse.
El líder de la agrupación ultra-K La Cámpora, Máximo Kirchner, presidente además del PJ bonaerense, le dará la espalda a la convocatoria de Fernández, al igual que Cristina, según ambos dejaron trascender. En este contexto, da la sensación de que al jefe de Estado se le presenta una ocasión más que propicia para intentar poner en blanco sobre negro aspectos que él considera cruciales, como la unidad del espacio, para afrontar el desafío electoral que el FdT tiene por delante.
Con la pelota bajo el brazo
Como suele advertir el dueño de la pelota en el campito antes del comienzo de un «picadito» de fútbol: «Pierde, pincha, rompe… paga». Es Fernández justamente el que llegará el próximo jueves a Matheu 130 con el balón bajo el brazo y abrirá el juego para que las distintas tribus que conforman la alianza gobernante participen, aunque sabiendo que las probabilidades de triunfo en las urnas este año se tornarán incluso más escasas si el oficialismo se termina fracturando.
En este sentido, existen en el peronismo quienes creen que el kirchnerismo se ha fijado como prioridad retener el poder en la estratégica provincia de Buenos Aires, independientemente de lo que suceda en la votación nacional -es decir, de una eventual derrota-. Por ese motivo, pretende liderar la campaña en el principal distrito argentino, con La Cámpora y el núcleo duro a la cabeza, lo que genera por cierto bastante ruido dentro del PJ tradicional.
Intendentes de la primera y de la tercera sección electoral, que vienen compartiendo actividades con Fernández, está previsto que vuelvan a reunirse el próximo lunes en Ituzaingó y algunos no dudan en ventilar en declaraciones off the record con periodistas su malestar con el camporismo, con «Wado» de Pedro y también con Axel Kicillof por el revuelo palaciego de los últimos días en el seno del FdT. A propósito, según pudo comprobar NA, la relación entre el gobernador provincial y el jefe de Estado transita por un momento como mínimo delicado.
Los jefes comunales persiguen como objetivo electoral en 2023 alambrar su territorio -como de costumbre- y mientras reclaman fondos para realizar obras y mantenerse activos en sus distritos, miran de reojo el alboroto desatado dentro del oficialismo: «Está todo roto», dijo un intendente a esta agencia, en referencia a la relación entre las distintas facciones del peronismo.
Al mismo tiempo, le encienden velas a Massa -no tanto para que sea candidato, sino para que consiga bajar la inflación-. A propósito, sorprendió en los últimos días el líder del Frente Renovador al demandar al Presidente que decida «pronto» si irá en busca de una renovación de mandato este año. Está claro que Fernández necesita coquetear con la posibilidad de una relección, al menos por el momento, ya que bajarse de la contienda significaría lisa y llanamente admitir que ha fracasado en la gestión.
En este sentido, si bien el primer mandatario busca erigirse como «el dueño de la pelota» antes de la cumbre en la sede del PJ, en las últimas horas trascendió que Massa intentaría mostrarse allí como un dirigente capaz de encabezar la estrategia electoral del FDT; pero bueno, la vigorosidad de su poder de fuego el próximo jueves dependerá del grado de preocupación -nacional y también en la Casa Rosada- que genere el dato de inflación del martes.
Sí se espera que asista Rossi a ese encuentro, en su estreno como jefe de Gabinete -de ser confirmado en el puesto- o en su defecto quien vaya a reemplazar finalmente a Manzur. En caso de ser el dirigente santafecino, su lugar en la AFI sería ocupado por Ana Clara Alberdi, la segunda actualmente en ese organismo, pese a que en pasillos de la Casa de Gobierno circuló la versión de que el publicista Enrique «Pepe» Albistur, esposo de Tolosa Paz y amigo del primer mandatario, tenía chances de asumir como jefe de los espías.
«No hagamos hipótesis, la única verdad es la realidad. Se dicen muchas cosas, también se dice que ‘Wado’ (De Pedro) tiene posibilidades de ser Presidente, ja«, señalaron a NA desde el entorno del ex secretario de Medios. Fernández, en definitiva, se inclinaría por un reemplazante de Rossi de perfil más técnico.
Fuente: NA
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