El culebrón del trigo empieza a develarse
No va a alcanzar y habría alguna clase de acuerdo con los exportadores para zanjar la falta del cereal, un déficit que está fuera de discusión. El punto es que no conviertan al productor en el pato de la boda.
Se temía, se sospechaba, estaba al caer. Y muchos insisten en que el número conocido el miércoles sigue siendo un dato optimista. La Bolsa de Comercio de Rosario recortó la estimación de trigo para la temporada 2022/23 a 13.7 millones de toneladas, un registro que marca una pérdida en torno del 40% respecto del récord alcanzado en la campaña previa.
A pesar de que la cuestión está dando vueltas desde hace unos cuantos días, hasta acá no habíamos tenido mayores precisiones del Gobierno respecto del talante que asumirá ante tamaña catástrofe. Vale recordar que se trata de un negocio intervenido, de lo contrario el propio mercado se encargaría de ordenar las piezas, como sucede en Brasil o en Uruguay.
Hasta el último dato conocido existen declaraciones juradas de ventas por unos 8.8 millones de toneladas, cuya confección fue apurada por el propio gobierno para cobrar anticipadamente las retenciones, de las cuales la exportación tendría compradas un número sensiblemente menor, algo más de 3 millones de toneladas menos.
Todo en un contexto enmarcado por los llamados volúmenes de equilibrio, eufemismo para esconder la prohibición de exportación más allá de un umbral cuyo origen es siempre poco claro, pero que jamás puede discutirse. Al menos no el productor agropecuario.
La mayoría de los hombres de campo con los que puede interactuarse entiende que el número final para una de las peores cosechas de trigo de la historia estará muy cerca de 13 millones de toneladas, en el mejor de los casos. Sea cual fuere el guarismo que cierre la campaña ya no puede discutirse que el cereal no alcanzará para todos.
Las especulaciones apuntan a alguna clase de reformulación de los compromisos externos, con lo cual el exportador salvaría la ropa desplazando negocios a la próxima campaña. Fue precisamente el secretario de Agricultura quien indicó ayer que los exportadores solicitaron una reprogramación de las DJVE, pedido que Bahillo consideró como factible, «una herramienta que puede ayudar». La versión de los exportadores sería algo distinta, ya que aseguran que fue el secretario quien les planteó esta posibilidad. Después de todo fue el Estado el que los apuró a declarar ventas por las cuales terminaron descalzados, más allá de alguna responsabilidad propia.
Para el funcionario esta solución es una forma de evitar presión sobre los precios. Seguramente se refería a los que paga el consumidor, que de todos modos está soportando una inflación devastadora sin necesidad de que se desmadre el problema del trigo. En el caso del productor ni bien se conocieron las novedades desde Rosario los precios futuros se desplomaron a pesar de la suba en Estados Unidos. ¿Otra vez temporada de caza en el zoológico? La reacción del mercado parece estar anticipando esta posibilidad.
¿Quién se acuerda del productor? ¿Quién tiene presente a aquellos que no van a cosechar nada y deben afrontar compromisos perentorios? Bahillo habló de «contemplar alguna situación impositiva o cierta medida puntual», a mano alzada, como comentario para salir del brete. El productor no quiere que el Estado le solucione sus problemas, solo pretende que le saque la pata en encima para poder afrontarlos en condiciones normales. Llegará el día en que lo entiendan.
Agritotal
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