Cierra un frigorífico en Bariloche y negocian su venta

La empresa Arroyo emplea a 75 obreros y está cerrada hace 5 meses; el gobierno de Río Negro acercó a dos grupos interesados, pero hay resistencia por parte de uno de los gremios de la carne.

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Con la planta de faena tomada y 75 trabajadores sin actividad desde hace cinco meses, el gobierno de Río Negro busca mediar para salvar el frigorífico Arroyo, el único de esta ciudad, que acusa una severa crisis financiera y va camino a la quiebra.

La planta, que años atrás faenaba 3000 cabezas de ganado por mes, pasó a 500 a principios de este año y finalmente en junio dejó de faenar. Durante tres meses los trabajadores percibieron sus haberes con un subsidio de un millón de pesos mensual otorgado por el gobierno provincial. En septiembre, el gobernador Alberto Weretilneck anunció que dejaba de aportar ante la indefinición de los propietarios respecto de la reactivación de la planta de faena.

Esa situación forzó el mes pasado al propietario Daniel Arroyo a anunciar el cese de la actividad de manera definitiva, y esa situación puso a los trabajadores en la calle. Hubo manifestaciones, cortes de ruta, escraches en las propiedades de la familia Arroyo y el jueves pasado se inició la toma de la planta.

Weretilneck se puso a la cabeza de las gestiones para reflotar la planta de faena y garantizar los puestos de empleo. Por eso, acercó a Arroyo a otros dos frigoríficos de la provincia, Fridevi, cuya sede está en Viedma, y Carnes Rionegrinas, de Ingeniero Jacobacci, para negociar la venta.

Hasta ahora, las conversaciones se encaminaron con la segunda empresa, aunque el mayor inconveniente es la continuidad laboral del personal. La empresa interesada acusa que hay demasiado personal y que puede dar continuidad sólo a 30 trabajadores para reactivar la planta de faena.

«No es opción para nosotros negociar indemnizaciones, queremos la continuidad laboral de todos, con las categorías y antigüedad correspondientes y el pago de los sueldos adeudados», dijo a LA NACION Manuel Mardones, del Sindicato de la Carne, que mantiene tomado el frigorífico. Están encuadrados en el gremio de la carne 30 de los 75 empleados.

Una postura distinta tiene la Asociación de Empleados de Comercio, que agrupa a 45 trabajadores del frigorífico. Su secretario general, Walter Cortés, anunció ayer que acuerdan con el traspaso a Carnes Rionegrinas y aceptan la indemnización de 27 empleados que están en edad próxima a jubilarse, mientras que al resto se los «reubicará» en otros comercios.

Fuentes del gobierno confiaron que por el momento «no hay ningún acuerdo cerrado, aunque las conversaciones están muy avanzadas».

El frigorífico Arroyo llegó a esta situación luego de reclamar durante mucho tiempo el corrimiento de la barrera sanitaria que divide a la provincia en dos estatus: al norte del río Negro como zona libre de aftosa con vacunación y al sur, sin vacunación.

Esa barrera impedía que ingresara en Bariloche ganado en pie del norte del río Negro, que es la zona con mayor stock ganadero y menor precio. Cuando en zonas aledañas a Bariloche, al sur de la barrera, se conseguía a 31 pesos el kilo la carne para faena, al Norte los valores oscilaban en torno de 18 pesos.

El reclamo de Arroyo, que se hizo más fuerte en mayo, cuando anunció el potencial cese de la actividad, tuvo eco en el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), que a mediados de agosto, tras varios meses de promesas, permitió un corredor sanitario para posibilitar el ingreso de ganado del norte del río Negro. Sin embargo, se estableció una cláusula que el frigorífico de Bariloche, o cualquiera de la provincia, no podía comercializar carne hacia el sur del paralelo 42, es decir pasar para Chubut.

Esa nueva restricción fue objetada por Arroyo, que habitualmente comercializaba en otras provincias patagónicas y, finalmente, nunca reactivó la planta de faena.

La firma transparentó que su deuda con proveedores y la AFIP asciende a 30 millones de pesos. Entró en convocatoria de acreedores, aunque nunca declaró la quiebra formalmente, ante las gestiones del gobierno provincial por salvar la actividad.

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