Vaca Muerta está muerta: Argentina del Centro necesita una política bioenergética
Argentina del Centro –territorio integrado por las provincias de Mendoza, San Luis, Córdoba y Santa Fe– no cuenta actualmente con suficiente cantidad de petróleo propio. Pero tiene mucho maíz, a partir del cual se puede elaborar bioetanol, y también mucha soja, insumo básico del aceite del soja con el cual puede fabricarse biodiesel.
Entre fines de 2015 y 2017 el empresario agroindustrial cordobés Néstor Roulet se ocupó, como secretario de Agregado de Valor del Ministerio de Agroindustria, de que se llegase a completar de manera efectiva el corte obligatorio del 12% de bioetanol con nafta, algo que, si bien lo exige la normativa vigente, no se estaba cumpliendo.
Una vez cumplida esa meta, Roulet comenzó a evaluar la posibilidad de incrementar la independencia energética por medio de la introducción de un sistema similar al brasileño, donde el corte de bioetanol con nafta es del 27%.
El proyecto también contemplaba la posibilidad de comenzar a comercializar vehículos flex fuel, que pueden funcionar tanto con etanol como con nafta y con la mezcla de ambos en cualquier proporción (lo cual es posible porque contienen un software que determina la mezcla más apropiada para cada circunstancia y hace los ajustes automáticamente).
Los flex fuel fueron introducidos en Brasil en 2003 y actualmente conforman más del 87% del parque automotor de esa nación. La razón de ese fenómeno reside en el hecho de que el etanol es mucho más barato que la nafta en muchas regiones brasileñas. El nuevo sistema requeriría además introducir en las estaciones de servicio surtidores que ofreciesen etanol en un 100% (E100).
Replicar el modelo brasileño en Argentina del Centro hubiese incrementado la eficiencia de la matriz energética de manera significativa, porque buena parte del combustible consumido, en lugar de ser enviado a una refinería para ser cortado con nafta y que luego regrese a la provincia, podría directamente ser empleado al 100% en el lugar de origen.
El etanol elaborado en base a maíz se fabrica mayoritariamente en la provincia de Córdoba. Una empresa argentina –también cordobesa– desarrolló refinerías modulares de pequeña escala que pueden montarse en los establecimientos agropecuarios para fabricar bioetanol con maíz de propia producción. En cualquier caso, además del biocombustible, el proceso de producción genera un componente, conocido como burlanda de maíz, que se emplea como alimento para vacas lecheras, novillos engordados en corrales de terminación o cerdos, entre otras alternativas. Es decir: la industrialización del maíz permite obtener un combustible junto con un insumo alimentario.
Las fábricas etanoleras localizadas mayoritariamente en Córdoba, aunque también en San Luis y Santa Fe, producen alrededor de 600.000 metros cúbicos anuales de bioetanol maicero, el cual representa casi el 30% del consumo anual de nafta de Argentina del Centro, que, al no tener restricciones en lo que respecta a la disponibilidad de maíz, podría eventualmente elevar esa proporción al 50% si se presentasen las condiciones adecuadas para montar nuevas plantas etanoleras.
El proyecto impulsado por Roulet, que hubiese sido crucial para dinamizar la economía de Argentina del Centro, no prosperó porque no resultó de interés para la Argentina, que se encuentra obsesionada con el petróleo no convencional (shale oil) presente en los yacimientos patagónicos, los cuales, luego de la reciente destrucción del precio internacional del petróleo, se tornaron económicamente inviables y solamente podrían seguir operando en base a subsidios aportados por un Estado nacional quebrado.
Por otra parte, en la provincia de Santa Fe –específicamente en la zona de influencia de la ciudad de Rosario– se encuentra uno de los polos industriales elaboradores de aceite de soja y biodiesel más grandes del mundo. En esa jurisdicción, junto con el aporte de una pequeña planta industrial de San Luis, se producen actualmente 1,60 millones de toneladas anuales de biodiesel, una cifra equivalente a la mitad del consumo anual de gasoil de Argentina del Centro. Pero el dato clave es que la capacidad instalada de producción de biodiesel en Argentina del Centro es del orden de 3,50 millones de toneladas.
Muchos motores presentes en la Argentina son B100, es decir, técnicamente aptos para recibir biodiesel al 100%. En los últimos años es creciente el número de tractores, camiones, camionetas y vehículos de transporte público que vienen usando B100 porque, sencillamente, es mucho más barato que el gasoil.
No es casual que en la provincia de Santa Fe toda la flota de transporte público de las ciudades de Rosario y de Santa Fe emplee B100 en el marco de un programa denominado BioBus. Además, gran parte de la flota de transporte de carga de Santa Fe y de Córdoba usa B100 para reducir costos.
Son muchísimas las camionetas de uso agropecuario que vienen usando B100 en silencio. Y podrían ser muchísimas más si se implementase una política bioenergética orientada a desarrollar la producción local del combustible más barato y accesible disponible en Argentina del Centro.
Ezequiel Tambornini/Valor Soja
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