¿Qué pasó en la Rural?: “En Palermo, se marcó un límite”
Increíble pero real, nadie habla de ganadería en el lunes de la 133° Exposición Rural de Palermo. Los comentarios se repiten: “¿Viste lo que pasó en la pista?” es la pregunta, ante la aparición de un grupo de veganos que, con pancartas, repudiaban el maltrato, la muerte de animales para carne, la liberación de los mismos. Acostumbrados a “arriar” bichos, el paisanaje hizo lo que hace cada día de laburo: los mandó al corral. Y aquí, se abrió una nueva grieta.
¿Quiénes son quienes? Los protagonistas pertenecerían a Direct Action Everywhere (DxE), una red internacional de activistas por “la liberación animal”, según su propia definición. El movimiento nació en 2013 en San Francisco (Estados Unidos), pero está presente también en Europa y llegó a Buenos Aires hace cinco meses, aseguran fuentes consultadas.
El problema es que no sólo irrumpieron en un predio privado, con un “espectáculo” organizado y vale una simple comparación: si algún activista entra a un teatro e interrumpe una obra, si se llamara al 911, terminarían todos al menos pasando una noche entre rejas, por disturbios, invasión de propiedad privada, etc. y tal vez, con alguna cachiporra encima si se resistieran. Si con esto no respondemos quiénes son los violentos, pensemos por un segundo: si el próximo asado de cumpleaños familiar, en algún quincho alquilado, te caigan estos muchachos repudiando tu “humareda”, contestáte a vos mismo: ¿quiénes serán los violentos?
Por momentos, si lo pensamos querremos hacer lo “supuestamente” correcto: dialogar. Imposible entrar en razón, en personas que cada día parecen perderla, incapaces de entender que otro puede tener una opinión diferente y que, a la vez, ni ellos ni nosotros somos dueños de lo que la naturaleza nos puso, simplemente pueden producir vegetales, cosecharlos y consumirlos, pero nosotros no podemos hacer lo mismo con animales, porque el concepto de vida animal es sensiblemente diferente al del vegetal. ¿Y entonces? Quien quiere ver el concepto de “vida” a su antojo, no tendrá forma de verla de otra manera.
Inundados de intolerancia, dueños de la única verdad, incapaces de ver en el otro la capacidad de ser diferentes, irán por esto y por mucho más. Interrumpiendo, saqueando, con violencia o como sea. Quién es fundamentalista va hacia los extremos y de esto, simplemente, se trata este movimiento.
De este lado —puntualmente el de la producción— debemos preguntarnos hasta dónde dejaremos que todo sea lo que nos dicen. Alguna vez, con políticos que pretendían consumirse “hasta la última” vaca, los mismos que ponían permisos de exportación, los que impulsaron legislaciones únicas en el mundo respecto a distancias de uso de fitosanitarios (algo regulado en todo el planeta, que nada sabe de ambientalismo, pero que aquí por ser más ambientalistas que nadie, regulamos a nuestro gusto….), con retenciones que se aceptan mansamente, con destrezas que se suspenden, con carreras de galgos que se prohíben, con cuadreras suspendidas, con remates de haciendas bajo la lupa, con el mercado de Liniers en jaque, etc., etc., etc., etc. Ellos irán por todo, nosotros querremos ser siempre “políticamente correctos” y hasta la propia Sociedad Rural se lavó las manos “repudiando hechos violentos”, claramente dejando indefensos los propios como si fueran culpables de algo que ellos no provocaron.
Ellos irán por todo, seremos nosotros quienes debemos cambiar y comenzar a estar delante de las problemáticas, ajustándolas, innovando y, sobre todas las cosas, dejando tanta mansedumbre de lado. No será el Estado quien lo regule, más que nunca, la frase “permiso para producir” sigue vigente. Hay una guerra silenciosa que el campo está perdiendo claramente. No se trata de violencia, se trata de comenzar a poner límites.
Por Carlos Bodanza – Periodista y médico veterinario.
Propietario y director de Infosudoeste, Bahía Blanca
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