El PASO que se viene
Por Eve Labandeyra*
Hace poco, en una conversación informal alguien me dijo “pero yo ahora, en agosto, no tengo que votar”. El desconocimiento y la desinformación que, en general, se tiene sobre nuestro sistema electoral actual es tan imprevisto como sus resultados. La queja es una constante cotidiana pero el derecho cívico que nos da la oportunidad de poder elegir formalmente, cada dos años, la gobernabilidad que consideramos más adecuada, es un esfuerzo desmedido. Para muchos, es un
trámite administrativo más, otros cumplen con el deber sin tomar conciencia de su significado, sea por desinterés o bien, por falta de ‘adultez’. Sin embargo, lo más probable, es que usted lector, no se sienta identificado con lo anterior. O al menos, eso estimo.
A partir de 2011, y a propuesta del Poder Ejecutivo, se introdujo la modalidad de Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) para seleccionar las candidaturas a cargos nacionales.
El supuesto que le dio lugar fue la creencia de que para que los partidos políticos se consoliden, sería necesario consolidar la democracia en su interior en tanto ‘estas organizaciones siempre corren el riesgo de generar y perpetuar cúpulas poco representativas de sus bases’. La reforma buscó además otorgarle a nuestro sistema electoral transparencia y equidad, impulsar una reorganización del sistema de partidos y simplificar la oferta política disponible.
Hace poco más de una década, el tradicional bipartidismo argentino llegó a su fin; y poco antes de la implementación de las PASO, el pluralismo partidario tocó fondo. Precisamente, la reforma apuntó a poner fin a la creciente segmentación partidaria. Ejemplo de ello, son las elecciones presidenciales de 2003, donde ninguno de los 18 espacios políticos alcanzó más del 25 % de los votos. En este sentido, uno de los requisitos que la ley 26.571 introdujo fue el hecho de que para participar en las elecciones generales, los partidos deben haber obtenido un piso del 1,5% del total
de los votos emitidos en el distrito. Aunque si se apunta a una mayor ompetitividad de los partidos, dicho piso debería ser un poco más alto.
El sistema de las PASO, como su carácter de “primarias” lo indica, configura una forma a través de la cual los ciudadanos tienen la posibilidad de elegir los candidatos que se presentarán por cada partido en las elecciones nacionales. Su condición de “abiertas” responde al simple hecho de que cualquier persona, sin necesariamente estar afiliada, tiene derecho a participar en la elección de los
candidatos de cualquier partido. Asimismo, son “simultáneas” dado que el proceso se efectúa en el mismo momento para todos los partidos y/o coaliciones.
Por otro lado, las PASO respetan las reglas de juego introducidas por el legendario y vigente Sáenz Peña de un voto universal, secreto y obligatorio. Contrariamente a aquellos que sostienen que las PASO son una gran encuesta de opinión y tal como dice la ley, la condición de obligatoriedad le otorga a los precandidatos electos ‘representatividad y legitimidad’ al tiempo que nos hace responsable a toda la sociedad de la selección de los mismos. Esta condición incita además, a la
participación ciudadana contribuyendo con una mayor institucionalidad para con el diseño argentino. Tal es así que las PASO celebradas en presidenciales de 2011, superaron la participación ciudadana en las elecciones presidenciales desde la vuelta a la democracia.
Sin embargo, aún quedan pendientes otros mecanismos en términos de competencia electoral, mecanismos deudores de un régimen democrático y de un sistema republicano y federal como son la boleta única, la eliminación de las ‘listas sábanas’ y el desdoblamiento de las elecciones nacionales respecto de las provinciales.
El próximo 9 de agosto, configura una etapa más en nuestro proceso electoral comenzando por la selección candidatos, que antes estaba en manos de los partidos pero que hoy está al servicio de la comunidad toda, permitiendo a los electores orientar nuestras preferencias hacia aquellos partidos que pueden propiciar el escenario electoral que queremos.
*Politóloga (UBA)
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