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Las vacunas que nos faltan son las restricciones que tenemos.
Además, eligieron las restricciones como único camino, un encierro que se transforma en un infierno lleno de incertidumbres y con un muy bajo porcentaje de personas inmunizadas; esto genera una alarmante pérdida de puestos de trabajo y el cierre de emprendimientos y empresas que generan miles de fuentes de trabajo para las familias argentinas, por no poder sobrevivir a la grave asfixia económica a la que son sometidos.
Los comerciantes tienen que lidiar todos los días en un país sin previsibilidad; los médicos que están en la primera línea contra el COVID y que, además, tienen que atender todas las urgencias en condiciones paupérrimas con salarios indignos; los jóvenes que perdieron su futuro y conviven todos los días con la ansiedad y la depresión; los niños, que no pueden ir a clases y pierden años claves en su formación; el 40% de los argentinos pasan hambre todos los días.
Como dijimos, la pandemia aún no terminó. Debemos seguir cuidándonos y aplicando todos los protocolos indicados, pero también es momento que el oficialismo deje de gestionar un séquito de cómplices, y comience a planificar y fijar las verdaderas prioridades de la ciudadanía Argentina.
Por Juventud Radical 9 de Julio
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