Repensar la Cria: El retorno a lo seguro

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Si bien el sector ganadero ha logrado seguir desarrollando su actividad prácticamente sin disrupciones en medio de las restricciones generadas por esta pandemia, lo cierto es que en la macro, el país no va a salir ileso. Habiendo ingresado ya con una salud económica muy comprometida, la fuerte desaceleración de la actividad que imponen las
medidas adoptadas para frenar la pandemia, sumado a un fenomenal crecimiento del gasto público y del nivel de emisión monetaria, conducen a un combo de total incertidumbre de cara al segundo semestre del año.
La importante brecha que se ha llegado a generar entre el valor del dólar libre y el tipo de cambio oficial, es una clara señal de las expectativas devaluatorias que descuenta de manera ya muy contundente el mercado.
A este contexto macro se suman otras alteraciones propias del sector. Tanto desde el plano externo como interno, la demanda debió adaptar rápidamente su perfil de compra ante un escenario, hasta entonces, desconocido. La disrupción de las compras chinas primero, seguido por la abrupta caída de Europa y otros mercados tradiciones han
alterado drásticamente tanto la preferencia como la capacidad de compra de la exportación. Desde el plano interno, a su vez, un consumo que en medio del aislamiento mostró elevados niveles de abastecimiento pero con una integración de la res totalmente diferente producto del nuevo ámbito de consumo, exclusivamente orientado al núcleo familiar y en el hogar.
Es así como por un lado las alteraciones de la demanda sumado a un contexto económico de alta incertidumbre, ha generado importantes cambios en los precios relativos de las diferentes categorías ganaderas que sin duda se trasladan a los diferentes planteos productivos.
En ganadería se ha instalado el concepto de que, en tiempos de crisis, la cría no es la mejor aliada, con bajos márgenes, ciclos más largos y menor liquidez.
Sin embargo, actualmente, como consecuencia de la fuerte revalorización del precio del ternero, es el planteo que ofrece los mejores resultados y menor nivel de exposición ante variaciones en las relaciones de compra.

Tomando los datos que trimestralmente elabora el Ministerio de Agricultura, expresados en dólares al tipo de cambio oficial, vemos que la cría –en este caso , un planteo tradicional en Cuenca del Salado- ofrece un margen bruto de 95 usd/ha, un 9,4% más comparado con el resultado entregado un año atrás. Si analizamos el comportamiento de toda la serie, encontramos una relación casi perfecta con la evolución del precio del ternero. Medido en dólares, hoy vale un 9,2% más que en mayo del 2019, al pasar de 1,54 a 1,68 usd/kg mientras que en
pesos corrientes, pasó de 69,0 a 113,5 $/kg, es decir un aumento interanual del 64,7% contra una tasa de
inflación del 43,4%.
Este año, en medio de una zafra demorada, en parte de la cuarentena pero fundamentalmente por la reticencia del criador a desprenderse del ternero y quedar pesificado, hemos visto desde muy temprano valores de la invernada marcando una tendencia al alza muy definida. Ya en febrero comenzaba a percibirse esta tendencia que con el correr de la zafra no hizo más que consolidarse.

Paralelamente, la retracción que exhibió el precio del novillo al derrumbarse de momento a otro la demanda de exportación para esta categoría, terminó arrastrando también al precio del gordo en el doméstico, en medio de un mercado sobre ofertado y con un consumo ciertamente debilitado. Es así como la relación de compra entre el ternero/novillo se disparó por este doble efecto pasando de 1,11 a 1,33 en los últimos doce meses.

Es así que, a diferencia de la cría, la invernada a campo arroja números positivos aunque sensiblemente menores a los de un año atrás, pasando de un margen bruto de 272 usd/ha. a los 247 usd/ha. actuales Aun sin comparar planteos más intensivos donde la relación de compra representa el factor más determinante del margen junto a la relación insumoproducto contra el alimento, el resultado económico de la invernada también se ve afectado fuertemente por esta variable. Si observamos la relación ternero/ novillo de los últimos años, vemos que actualmente la misma está llegando a un nuevo pico, semejante al registrado en mayo del 2015 (1,35).

Esto nos indica que, de algún modo, esta relación debería estar por tocar un techo. Mientras tanto, esta firmeza del ternero se ha ido trasladando a los vientres. Como habitualmente ocurre, con cierto retraso. Actualmente la relación de precios entre una vaquillona preñada y una vaca gorda, es decir lo que comúnmente se conoce como relación de reposición, se ubica en 2,03 contra niveles de 1,93 un año atrás.

Aquí también, al igual que en la relación ternero/ novillo, confluyen dos factores contrapuestos. Por un lado, la menor demanda por vaca de conserva producto de la desaceleración de compras chinas, y por el otro, la sólida demanda que presentan los vientres. Hoy el valor promedio de una vaquillona con garantía de preñez ronda los $43.000, un 70% más respecto de los valores convalidados un año atrás, nuevamente contra una tasa de inflación del 43,4% interanual.
Lo interesante de estas relaciones, más allá del efecto real que ejercen sobre los márgenes de la actividad, es la señal que muestran respecto de las expectativas del mercado. En definitiva, si bien parte de los cambios en los precios relativos responden a alternaciones transitorias en la preferencia de compra de la demanda, los factores subyacentes de mayor peso provienen del contexto macro. La elevada incertidumbre cambiaria con alto riesgo de
nuevos saltos devaluatorios ya plasmados en el tipo de cambio real, lleva al productor ganadero como al resto de las empresas a refugiarse en activos seguros.
El primer intento de refugio condujo a fuertes alzas en el precio de la invernada, quebrando incluso su propia presión estacional.
En esta segunda ola de coberturas, los vientres parecieran ser los más demandados.
A poco de haber iniciado un nuevo ciclo ganadero, el sector enfrenta un año de fuertes desafíos, condicionado tanto por factores locales como por cambios de alcance mundial, tras los efectos de la pandemia. Sin dudas el productor tenderá a refugiarse en lo que para él representa un terreno conocido y seguro, las vacas. No obstante, el factor climático puede llegar a generar un nuevo condicionante que obligue a repensar la estrategia en los próximos meses tras alternar nuevamente estas estas relaciones de precio.

Informe Rosgan

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