El consumo de fertilizantes en maíz y trigo caería más de un 27% en la campaña 2022/23

Mayores precios internacionales, falta de lluvias y menos superficie de maíz y trigo llevan a proyecciones bajistas en el consumo de fertilizantes en Argentina de cara a la próxima campaña. El consumo en trigo caería un 31%, mientras el maíz más de un 24%

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El panorama actual de los mercados de fertilizantes se parece mucho a una tormenta perfecta. Un contexto de alta volatilidad en los precios y la comercialización de fertilizantes tiene varios factores por detrás: las tensiones en las cadenas globales de valor, la crisis ruso-ucraniana, las sequías y los temores crecientes de una recesión a nivel global. Todo esto nos encuentra hoy con precios mucho más altos para los fertilizantes, pero no por ello menos volátiles.

En este marco, nuestro país viene importando menos toneladas de fertilizantes, con precios que se han duplicado con creces. El desenlace bélico del conflicto ruso-ucraniano a finales de febrero nos llevó a fuertes mermas en las importaciones de fertilizantes. La caída de estas compras externas se explicó en vista de precios internacionales disparados hacia valores insólitos, debido a importancia de Rusia en los mercados mundiales de fertilizantes.

Sin embargo, la situación productiva en Argentina de cara a la campaña 2022/23 cambió enormemente desde febrero hasta hoy. Esto afecta especialmente al maíz y al trigo, cultivos que conjuntamente representan cerca de dos tercios del consumo de fertilizantes en nuestro país. El grueso de la fertilización de estos cultivos clave para la Argentina se da entre fertilizantes nitrogenados, como la urea, y fertilizantes fosfatados, como el fosfato monoamónico (MAP) y el fosfato diamónico (DAP).

Los elevados precios internacionales y el complicado panorama de humedad de suelos son dos factores que esperan reducir el consumo de fertilizantes en nuestro país para la campaña 2022/23. Luego de un año 2021 que fue récord histórico en consumo de fertilizantes, el 2022 acumula una baja de importaciones de casi el 29% para los fertilizantes nitrogenados y del 14% en el caso de los fertilizantes fosfatados, de enero a agosto. El seguimiento importador es muy importante para el mercado argentino de fertilizantes, en vista de que cerca del 70% del consumo de fertilizantes en nuestro país consiste en importaciones, tomando el promedio de los últimos cinco años.

Con este panorama, presentamos una primera estimación de consumo de fertilizantes nitrogenados y fosfatados en maíz y trigo para la campaña 2022/23. Se deja al final del presente artículo un anexo con los supuestos metodológicos adoptados para llegar a estas proyecciones. Agradecemos la colaboración de Fertilizar y CIAFA (Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos) en la provisión de información y en la asistencia técnica. Dicho ello, el presente trabajo es responsabilidad exclusiva de la Dirección de Información y Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario.

En lo que hace a los fertilizantes nitrogenados, el uso de fertilizantes para el cultivo de trigo 2022/23 en Argentina caería a los niveles no vistos desde la campaña 2017/18. En línea con las mermas en las importaciones, se espera una caída del consumo de urea por hectárea en torno al 25%. Al mismo tiempo, nos encaminamos a una campaña de trigo que tendrá un millón de hectáreas menos que el actual año comercial. Consecuentemente, el consumo de nitrogenados en trigo aspira a caer cerca de un 36%.

El maíz también espera mostrar menos dosis de urea, en tanto persista la escasez de lluvias. El consumo de nitrogenados en maíz caería en torno a un 29%, en menor proporción que el trigo. La caída es de menor magnitud en vista de que la retracción de la superficie sembrada con maíz es menor que la sufrida por el trigo: el maíz se encamina a una campaña 2022/23 con un 5,2% menos de superficie, mientras el trigo cae más de un 14%.

En lo que hace a los fertilizantes fosfatados, se observan caídas de menor magnitud que los nitrogenados. Si bien el consumo de fosfatados como el MAP y DAP puede explicarse por un menor consumo por hectárea, estos fertilizantes son consumidos muy cerca de la siembra de los cultivos principalmente, a modo de arrancadores. Consecuentemente, la caída de consumo se explica con más ímpetu a causa de menor superficie sembrada, por encima de un menor consumo por hectárea, especialmente en trigo.

En este contexto, se proyecta una caída de consumo en fosfatados en torno al 23% para el trigo y de casi el 15% en el maíz. Es decir, en términos históricos el panorama de consumo de fosfatados no muestra los mínimos que se observan en nitrogenados. No obstante, la reducción en el uso de estos fertilizantes sigue siendo elevada. Así, a nivel consolidado la caída de consumo de fertilizantes fosfatados y nitrogenados en maíz y trigo pasaría de 4 Mt en la 2021/22 a cerca de 2,9 Mt para el año comercial 2022/23, una reducción total de consumo cercana al 28%.

Anexo – Consideraciones metodológicas

Para el presente estudio se tomó como escenario base la campaña 2018/19, con exhaustivos datos de consumo por cultivo y tipo de fertilizante, información provista por Fertilizar. Sobre dicho escenario se estimó un crecimiento consolidado del consumo por hectárea para llegar a la campaña 2021/22, parámetro surgido de los datos de consumo anual de fertilizantes en Argentina, dato provisto por CIAFA. Con la información de superficie sembrada por campaña, se estimó consecuentemente el consumo de fertilizantes para el maíz y el trigo en la campaña actual.

Desde allí se proyectó una caída en el uso de fertilizantes por hectárea alineado con las mermas de importaciones que vienen observándose. Multiplicando dichos consumos proyectados en conjunto con las decrecientes superficies sembradas de maíz y trigo, se obtiene el número presentado de consumo por cultivo para la campaña venidera.

Además, se toma como supuesto que el volumen de importaciones del 2022 es realizado para consumir en la campaña 2022/23. Asimismo, es menester destacar que se considera que no hay grandes cambios en la forma de las funciones de demanda de fertilización por cultivo, tanto en términos de la participación de éstas en el consumo total, así como entre las campañas en consideración

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