“Veo a Scioli como un presidente transicional, no lo imagino rupturista”
El periodista Pablo Ibáñez es co-autor (junto a Walter Schmitd) de una biografía sobre el gobernador de Buenos Aires: “Scioli secreto”.
Por Enrique de la Calle y Boris Katunaric(www.agenciapacourondo.com.ar)
APU: Daniel Scioli tiene una larga trayectoria política y ha estado vinculado con distintos dirigentes, siempre dentro del peronismo, pero con liderazgos muy diferentes, en algunos casos muy enfrentados: Menem, Duhalde, Kirchner.¿Por dónde pasa el secreto de Daniel Scioli?
Pablo Ibáñez: No siempre estuvo dentro del peronismo, ni siempre fue peronista. La primera observación que haría es que Scioli llega medio tarde al peronismo, llega cuando tiene 40 años. Su primera candidatura como diputado nacional es en 1997 y es la primera aproximación real al peronismo. Una anécdota: el día previo a su primer acto para esa interna -fue por la diputación nacional de la Capital Federal y se enfrentaba por el menemismo a Miguel Ángel Toma que era candidato por el duhaldismo-, él le pide a un grupo de amigos en una cena, entre ellos estaba Javier Mouriño, que le enseñen a cantar la marcha peronista. No sabía cantar la marcha, lo cual puede no significar nada, puede ser simbólica o conceptualmente peronista, pero la idea del peronismo clásico se expresaba en eso. No sabía cantar la marcha y lo digo como metáfora no como algo terrible porque él había simpatizado con el liberalismo de Alsogaray y había votado a Alfonsín porque su padre tenía relaciones con el radicalismo y su abuelo era una especie de socialista de salón, medio light.
APU: En el libro se propone algo así como que el secreto es algo que siempre se está discutiendo, ¿qué es Scioli?
PI: Él vendió dos o tres conceptos genéricos para la supervivencia política. Es uno de los primeros que lee la relación y el vínculo entre la política y los medios. Es, de alguna manera, el primer político mediático y, hasta acá, el más exitoso. Cuando digo mediático me refiero a políticos no convencionales, diferenciados de los que vienen de la militancia, el barrio o el sindicato.
Mauricio Macri también está en el mismo rubro que Scioli. Hasta acá, Scioli es el más exitoso de todos ellos y eso se debe a los lugares alcanzados: ganó dos veces como gobernador y fue una vez vicepresidente, además de haber sido dos veces electo diputado y tiene la posibilidad, incluso, de ser presidente. Creo que él entendió cuál era su capital y dónde había una brecha para explorar, porque además si lo mirás a lo largo del tiempo, al peronismo siempre le ha costado conseguir candidatos, sobre todo en el último tramo donde hay una política muy mediatizada, donde los medios tienen mucha influencia y, muchas veces, hay como cierta incompatibilidad entre el político más duro o más territorial, de la calle y la militancia y el político que tiene que ser un sujeto electoral, que atraiga votos. Scioli entendió eso y cada vez que formó parte de un espacio político, esto siempre lo decimos, él tuvo un jefe: primero fue Menem, después Duhalde y después fue Kirchner, hubo un interludio muy cortito de Rodríguez Saa que se lo puede considerar un micro jefe. En esos contextos, Scioli siempre tuvo una pertenencia global, un jefe que le dio un destino y un rol y, dentro de eso, su propio don o su propia virtud para diferenciarse.
Con Duhalde ocurre algo parecido. El duhaldismo tiene una característica; casi no ha producido a lo largo de su historia, salvo Duhalde, candidatos competitivos, es un rasgo genético que le ha costado y Scioli era el único tipo electoral y de hecho lo rescata de ese gabinete esporádico de Rodríguez Saa porque era un tipo para presentar públicamente, que le servía en el contexto general de un gobierno en crisis. Con Kirchner le ocurre algo parecido. Néstor también le da un rol, le da un contexto político, le pone un marco, lo conduce pero, en este caso, logra distinguirse, ser de alguna manera, el kirchnerismo moderado, de buenas formas. Él siempre pudo encontrar en cada uno de los espacios políticos o en las jefaturas a las que veneró y se puso a disposición, un rasgo que lo hacía tener cierta diferencia para resaltarse y para ser útil.
APU: ¿Eso explicaría que en momentos críticos del kirchnerismo él se haya mantenido siempre leal o formando parte del espacio? Pienso en 2008, 2009, o 2013 donde hubo un ofrecimiento explícito de Sergio Massa.
PI: Más que un ofrecimiento fue una negociación que llegó hasta 36 horas antes del cierre de listas del 2013. La versión oficial del sciolismo es decir “siempre fui leal”, “estuve con Menem y aun cuando estaba en las malas seguí estando con Menem”, “cuando formé relaciones con Duhalde nunca dejé de tener relaciones con Menem”. Cuando se produce el quiebre entre Duhalde y Kirchner, Scioli se niega a entrar en la campaña. Esa campaña de 2005 fue muy dura, hay un famoso acto de Cristina lanzándose en el teatro Argentino de La Plata donde hace una metáfora entre Duhalde y el padrino y Scioli no entró en esa línea discursiva de demonizar a Duhalde y mantuvo relaciones, eso con el tiempo le valió varios desprecios de la propia Cristina, de ser una especie de traidor. Hay una versión del sciolismo que dice que ellos son leales, creo que es una parte de la explicación, no quiero decir que sea nula, pero hay otras cosas. Si Sciolise iba del dispositivo del kirchnerismo no tenía carril electoral por el cual circular. Dice la metáfora que si hoy se fuese del Frente para la Victoria dejaría de ser competitivo. Él ha tenido su rol de tipo competitivo a partir de formar parte y ser, tal vez, el más competitivo de los que quedan pero dentro del FpV, fuera del FpV perdería buena parte de su encanto electoral. Eso lo que lo distingue respecto a Macri y a Massa que, bueno o malo cada uno, expresan su propio espacio y su propia conducción política y su propia atracción electoral en sí mismo.
APU: En el caso de 2013, usted decía que hubo negociaciones muy avanzadas, ¿no llegaron a buen puerto por esto que usted decía, queScioli terminó evaluando que su lugar de conveniencia, lealtad o lo que fuera era el kirchnerismo?
PI: Hubo varias combinaciones. Por un lado una percepción de que si no se sentaba De Narváez evitaba que se forme un mega frente electoral, él entendió que si se formaba ese esquema podía detonar una crisis de resultados imprevisibles para todos. Si, eventualmente, después de una elección de ese tipo se venía una crisis política más seria también iban a ser responsables de esa crisis los que la habían generado y no sólo los que estaban en el gobierno. Scioli cuenta que sólo faltaba que lo llame Obama para cerrar el acuerdo con Massa, lo dice él y lo contamos nosotros en el libro. Creo que hubo otros sectores de poder muy importantes que estuvieron pensando una crisis política en la Argentina, cuando todavía se están pagando los costos de la crisis política del 2001. Podía ser un período trágico y creo que, en ese sentido, Scioli lo entendió y desde un punto de vista más pragmático: él debía seguir gobernando, era mucho más fácil la situación de Massa que surgía como diputado opositor y se convertiría en un gobernador opositor siendo una provincia completamente inviable sin una relación estrecha por lo menos de cordialidad con el gobierno nacional.
APU: Siempre nos costó entender este perfil que tiene Scioli: un hombre leal pero a la vez tiene un desapego, una distancia. Está adentro, con sus modos, pero con una cierta distancia.
PI: Hay etapas de Scioli en la que está más kirchnerizado y menos kirchnerizado.
APU: Hoy está más kirchnerizado…
PI: Creo que, en parte, está tan kirchnerizado, no sólo porque Cristina repuntó mucho en las encuestas después del caso Nismann, sino también porque después apareció Florencio Randazzo marcándole una especie de vara de kirchnerismo que lo iba corriendo y que lo iba obligando a ser cada día un poco más kirchnerista. No es un componente ajeno, Scioli es un tipo que se mueve con ciertos márgenes y es intenso en eso. A su modo ha sido desafiante con Kirchner y con Cristina en ir marcando algunas cuestiones y después le llamaban la atención, le pegaban un grito, lo enjuiciaban y, de alguna manera, retomaba y reconstruía. Siempre ha ido marcando ese juego, esa especie de desobediencia sorda. Scioli parece, a veces, menos kirchnerista no por lo que dice, si no por lo que no dice. Porque cuando hay una serie de definiciones muy fuertes contra algunas cuestiones muy sensibles para el gobierno nacional o para el kirchnerismo -para el concepto simbólico del kirchnerismo – Scioli no dice nada o dice cosas que están por fuera.
APU: Le esquiva el bulto…
PI: Siempre se lo acusa de ser un tipo tibio que no se ha enfrentado claramente con el campo en su momento o con Clarín a lo largo de estos años o con algunos grupos empresarios. Me parece que ahí hay un rasgo más pragmático, por eso creo que es lo que calla más que lo que dice. Él y su gente dicen que son sus modos, que a él hay que mirarlo por donde ha estado siempre y también es un valor que hay que considerar. A él lo acusaron de tener buena relación con el campo, recordamos la historia cuando le pegan una trompada en Lobería, un dato poco conocido porque quedó oculto en el tumulto de ese momento. Él dice una famosa frase: “con la comida no se jode”, fue una de las frases más fuertes que dijo en este contexto, muy marcada por el marketing, es una frase muy taquillera, muy sintética, muy fuerte, y termina siendo candidato en segundo lugar y termina haciendo una mega campaña, recorre 8 mil kilómetros en quince días, le puso los pies a la campaña, entonces él dice mírenme dónde estuve.
Ahora, también es cierto que en todos los planteos ha sido mucho menos intenso que otros en el guión o los modos convencionales del kirchnerismo y también suele sorprender con cosas como ir a Mirtha Legrand o a Tinelli o algún evento de un grupo. En ese sentido es un kirchnerismo distinto o hace un kirchnerismo distinto.
APU: Juguemos con la hipótesis que Scioli gana las elecciones y es presidente: ¿Qué tipo de presidente se imagina?
PI: Hacer un ensayo de anticipación es interesantísimo porque los únicos instrumentos que uno tiene para anticipar es ver lo que ha pasado y en todo caso lo que él dice. Lo veo a Scioli como un presidente transicional, no lo veo como un presidente rupturista, como un reformista blando pero blando en el sentido clásico, un presidente que no modificará los grandes contextos pero sí cosas conceptuales. Scioli plantea algo que para la Argentina en el último tiempo ha sido una mala palabra que es la cuestión del crédito externo. Cuando hace su paneo, su explicación general de la etapa del desarrollo él la expone a partir del crédito externo, eso simbólicamente para la Argentina no sé si será determinante o no, pero sí es un cambio importante con respecto a los últimos siete años a partir de la renegociación de la deuda, para dar un dato bien claro. El otro frente más difuso es el internacional. Scioli se ha especializado en andar en los equilibrios y odia tener enemigos, él evita la confrontación porque no le gusta que lo confronten, por lo tanto, en el plano internacional para mí es un poco más complejo, él ha dicho sobre el MERCOSUR pero también uno sabe, como lo dicen Macri y Massa, son lugares comunes porque el reordenamiento geopolítico del mundo excede lo que es el MERCOSUR.
En el otro aspecto, si se quiere más en lo operativo, no va a ser, claramente, un presidente con una conducción férrea, no va a ser, seguramente, un conductor político, porque no lo ha sido hasta ahora, nunca ha querido serlo y, de alguna manera, es ampliamente probable, no que delegue pero sí que ceda protagonismos políticos con otros actores. Me imagino algún gobernador o grupo de gobernadores habitando el peronismo, una especie de regreso de la liga de gobernadores un poco más relevante que lo que ha sido en la época del kirchnerismo. Él suele decir que ha aprendido varias cosas de Kirchner, de Duhalde y de Menem y valora distintas cosas. Valora el apego de Duhalde a la gestión, que estaba muy encima, el modo de Menem de ser un administrador que tiene asesores y gente que le van tirando ideas y toma la decisión final y de Kirchner siempre tuvo la valoración de cómo le había puesto el cuerpo.
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