Buenos Aires se fortalece como productor de aceite de oliva de alta calidad

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En la actualidad, la Argentina es el principal productor y exportador de aceite de oliva de América del Sur. La producción asciende a 40.000 toneladas y de ellas se exportan 37.200 toneladas, que van principalmente a los Estados Unidos, España y Brasil. En este contexto, y con alrededor de 2.500 hectáreas implantadas con olivos –desde hace medio siglo– el partido bonaerense de Coronel Dorrego es la nueva Capital Provincial del Olivo. De hecho, en 2022, la producción promedio de aceite de oliva fue de 1.000.000 de litros anual, del cual el 48 % fue de Coronel Dorrego, lo que muestra que la actividad olivícola se encuentra en activa expansión.

Por esto, un grupo de productores junto con técnicos del INTA evalúa las ventajas agroecológicas de la región que permiten elaborar aceite de oliva virgen extra. El próximo paso es avanzar en una estrategia de diferenciación para obtener un producto con marca territorial.

José Massigoge –investigador del INTA Barrow, Buenos Aires– señaló: “En el Sudoeste Bonaerense el sector olivícola productor de aceite de oliva posee condiciones de suelo y clima muy diferentes, en comparación a otras zonas productoras de la Argentina. Dorrego, por ejemplo, sobre todo el área cercana a la costa tiene suelos muy aptos con una franca arenosa que tiene muy buen drenaje, que es una de las condiciones que requiere el olivo. El olivo es una planta muy rústica, pero requiere buen drenaje de sus raíces y eso se cumple acá”.

Las características climáticas, en especial de Coronel Dorrego, son adecuadas para este cultivo gracias al tipo de suelo, la cercanía al mar, inviernos fríos y una amplitud térmica que favorecen la maduración lenta del fruto, altos índices de fenoles y una mayor proporción de ácido oleico.

“La producción de la zona tiene alto contenido oleico, que es el ácido graso característico de la especie”, indicó Massigoge y agregó: “Estudios preliminares determinaron que, en la zona, se llega a valores de más del 70 %, superando ampliamente a la media porcentual nacional, que según el Consejo Olivícola Internacional no puede ser menor al 55 %”.

En este sentido, el especialista del INTA puntualizó que “la temperatura fresca en la cosecha temprana hace que los contenidos de polifenoles y otros compuestos, que son muy importantes, estén presentes, ya que estos le dan amargor al aceite. También es beneficioso desde el punto de vista de la conservación del aceite con altos niveles de durabilidad en el tiempo”.

Las primeras plantaciones en la región comenzaron a fines de 1940. En ese entonces se hacían con sistema tradicional y hoy en día se cultivan con sistemas súper intensivos, en los que puede haber más de 2000 plantas por hectáreas de olivos manejadas en forma de setos, con una mecanización casi total, tanto de la cosecha con máquinas de vendimiadoras hasta en la poda.

Federico Hollender, miembro de la familia propietaria de Estilo Oliva en Finca Don Nicolás –Coronel Dorrego–, recordó que originalmente había plantadas 40 hectáreas de olivos de las variedades Arbequina y Coratina, cultivadas con sistema tradicional. “En la actualidad, tenemos 130 hectáreas donde, además de esas variedades originales se agregaron la Arbosana y este año se está plantando Koroneiki, siempre buscando variedades que se adapten al sistema súper intensivo”.

Y agregó: “Decidimos aprender, tomar las últimas tecnologías de esta actividad y optar por el sistema súper intensivo. Después empezamos a plantar más hectáreas con otras variedades de olivos y apostamos a seguir creciendo”.

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