Tedeum con reclamos: “Se está muriendo la fraternidad, se está muriendo la tolerancia, se está muriendo el respeto”

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“Experimentamos que se está muriendo la fraternidad, se está muriendo la tolerancia, se está muriendo el respetoY si se mueren esos valores, se muere un poco el futuro, se mueren las esperanzas de forjar una Argentina unida, una Patria de hermanos”, advirtió delante del presidente Javier Milei, la vicepresidenta Victoria Villarruel y el jefe de gobierno porteño Jorge Macri, entre otras autoridades. Milei y su gabinete caminaron por la calle Rivadavia hasta la Catedral.

A propósito, en su arribo a la Catedral, Milei no solo evitó saludar a Villarruel, sino que además dejó a Macri con su mano extendida, un desplante que fue captado por las cámaras de la transmisión oficial. Luego, los tres posaron juntos ante las cámaras, otro momento de indisimulable tensión.

Poco después, García Cuerva alertó: “Nuestro país también sangra”, y detalló: “Tantos hermanos que sufren la marginalidad y la exclusión; tantos adolescentes y jóvenes víctimas del narcotráfico que en algunos barrios es un estado paralelo; tantas personas que están en situación de calle; las familias que sufrieron las inundaciones; las personas con discapacidad; tantas madres que ya no saben qué hacer y cómo evitar que sus hijos caigan en las garras de la droga y el juego; los jubilados que merecen una vida digna, con acceso a los remedios y a la alimentación; herida esta que sigue abierta y sangra hace años, pero que como sociedad tenemos que curarla pronto”.

De acuerdo con García Cuerva, “muchos podrán ser los responsables de esta triste situación, pero la oportunidad que tenemos nosotros de resolverla es hoy. ¿Cuántas generaciones más y hasta cuándo deberán reclamar por jubilaciones dignas?”, planteó, y profundizó: “Argentina sangra en la inequidad entre los que se laburan todo, y los que han vivido de privilegios que los alejó de la calle, de los medios de transporte público, de saber cuánto valen las cosas en un supermercado; alejados de la gente de a pie, no sienten su dolor, ni sus frustraciones, pero tampoco se emocionan con sus esperanzas y su esfuerzo diario por salir adelante”.

García Cuerva invitó a prestar atención a la escena del frontispicio de la catedral, esculpido en 1862, que es un símbolo de la reconciliación, e hizo un llamado: “Hoy quisiera que volvamos allí nuestra mirada e imaginemos el abrazo que nos debemos los argentinos, el abrazo que negamos al que piensa distinto, o al que tiene otras costumbres o modo de vivir, el abrazo que no compartimos con los que sufren, incluso los abrazos que no nos pudimos dar durante la pandemia”. Y pidió: “Usemos las manos para acariciar el dolor y las heridas de tantos que la están pasando mal; ‘manos a la obra entonces’, pero unidos, como pueblo, más allá de las legítimas diferencias”.

“Es con todos, mirándonos a la cara”

“Argentina, levantate, ponete de pie, vos podés, basta de arrastrarnos en el barro de las descalificaciones y la violencia, basta de vivir paralizados en el odio y el pasado, basta de estar con la esperanza por el suelo; es hora de ponerse de pie, unidos, no a los empujones en un ‘sálvese quien pueda’, no a costa de los demás, o dejando a muchos al costado del camino de la vida”, sostuvo García Cuerva, y enfatizó: “Es con todos, mirándonos a la cara, porque nuestras decisiones y políticas públicas tienen que tener rostros concretos, historias reales que nos tienen que conmover como hoy Jesús se conmovió ante tanto dolor”.

El arzobispo advirtió que “muchos hermanos tienen hambre de pan, revuelven basura buscando qué comer, pero todos tenemos hambre de sentido de vida, hambre de Dios. Nos hemos acostumbrado a comer el pan duro de la desinformación; el pan viejo de la indiferencia y la insensibilidad; estamos empachados de panes sin sabor, fruto de la intolerancia; el pan agrietado por el odio y la descalificación”, según consigna AICA.

García Cuerva recordó lo que hace años dijo el “querido papa Francisco”: “El diálogo, y todo lo que este implica, nos recuerda que nadie puede limitarse a ser un espectador ni un mero observador. Todos, desde el más pequeño al más grande, tienen un papel activo en la construcción de una sociedad integrada y reconciliada. Esta cultura es posible si todos participamos en su elaboración y construcción. La situación actual no permite meros observadores de las luchas ajenas. Al contrario, es un firme llamado a la responsabilidad personal y social”.

“Como aquella niña curada por Jesús, comencemos a caminar unidos, a caminar dialogando, a caminar hermanados, a caminar con esperanza; las nuevas generaciones y nuestros hijos, se merecen que les dejemos un país curado, un país reconciliado, un país de pie y con horizontes; no los defraudemos”, concluyó

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