Se termina el dólar soja III: ¿cuándo llegará el cuarto?

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Este miércoles 31 de mayo dejará de estar vigente el «dólar soja» en las operaciones de compraventa. Una medida del Gobierno, inserta en el Programa de Incremento Exportador (PIE), que fijaba un tipo de cambio de $300 por dólar para las exportaciones de la oleaginosa.

Luego de casi dos meses —el plan entró en vigencia el 10 de abril— los resultados no son los esperados. La cosecha avanza muy lento, la sequía no da tregua y la acumulación de divisas no responde a las expectativas.

Según el profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, Dante Romano, el dólar soja aportó menos divisas de lo esperado, y entra en la última semana de vigencia del programa con «compradores retirados para dedicarse a la papelería».

Al respecto, profundiza, «muchos compradores anunciaron que no participarán del mercado, para concentrarse en la liquidación de los negocios, a fin de tener toda la información que el decreto exige en orden para ser presentada el 31 de mayo».

Comercialización de soja

Según la Secretaría de Agricultura, la comercialización de la oleaginosa aceleró en la semana terminada el 17 de mayo con casi 900.000 toneladas operadas. De esta forma, se lleva cerrado a precio 5,3 millones de toneladas.

«Esto parece bajo, pero en términos porcentuales es 25%, cuando el año pasado a esta fecha estaba en 18% y el promedio para esta época es de 22%», considera el especialista, y agrega: «El dólar soja aceleró las ventas de productores. Solo qué hay menos grano, y se esperaba que, aprovechando el plus de valor, las ventas avanzaran mucho más que el promedio».

¿Dólar maíz?

Dado que el ingreso de divisas fue mucho menor al esperado, el Gobierno evalúa otras medidas para fortalecer reservas. En esa línea, Romano señala que «algunos rumores indican la posibilidad de un dólar maíz, donde hay más grano por vender y el productor es ‘culturalmente’ más vendedor» y expresa que la medida podría ser exitosa.

«En primer lugar, queda maíz: hay un remanente del año pasado en manos de productores de casi 4 millones de toneladas, con otras 10 millones de toneladas a fijar, y que en esta campaña sólo tiene precio el 19% del maíz, contra un tercio que normalmente se da», expresó.

Como segundo punto, enumera, «el productor es más proclive a vender el maíz y guardar la soja».

Respecto a la posibilidad de un «nuevo round» para la soja, en lugar del dólar maíz, Romano explicó que, de darse esto, «debería ser rápido porque se necesitan los dólares para pagar al FMI y un golpe de efecto previo a las elecciones primarias de agosto».

De acuerdo con la Bolsa de Comercio de Rosario, en zona núcleo la intención de siembra de soja subiría de 20% a 30% en el ciclo 23/24. Si bien el maíz tiene mejor margen, explica Romano, demanda mayor inversión, por lo que «al quedar el productor financieramente muy golpeado tras la seca, se privilegiará lo financiero».

En el caso del maíz, se presenta la gripe aviar como un potencial riesgo para el funcionamiento de las granjas.

Según expresa el investigador de la Austral, tras la detección del primer caso en Entre Ríos, «se teme que las medidas de contención de la enfermedad puedan generar que las granjas queden fuera de funcionamiento por un tiempo, caiga el consumo de maíz, y se corte la cadena de pagos».

¿Y ahora?

A pesar de que la liquidación del dólar soja III estuvo en línea con la del soja II, la performance del BCRA estuvo lejos de parecerse.

«Las compras netas de la autoridad monetaria ascendieron a US$ 860 millones en lo que va del programa, y estimamos que podrían trepar hasta US$ 1.045 millones en caso de mantenerse la tendencia de los últimos cinco días. Estos montos contrastan considerablemente con los US$ 5.019 millones y US$ 2.427 millones adquiridos bajo las dos ediciones anteriores. Más allá de estas cifras, el ratio de retención (compras netas/liquidación) deja en evidencia el éxito muy discreto del esquema en relación con sus antecesores. El BCRA adquirió apenas 24,3% de lo liquidado en comparación con 64,6% en el soja 1 y 73,7% en el soja 2», dijeron desde ppi en un informe del fin de semana.

¿Qué explica esta magra performance?

El BCRA vendió US$ 2.674 millones al dólar oficial, un monto similar al vendido durante el dólar soja 1 (US$ 2.745 millones) a pesar de que la liquidación haya sido menos que la mitad que en aquel entonces (46%).

«Consideramos que la autoridad monetaria irrigó el mercado de dólares para evitar profundizar las presiones recesivas. No obstante, esto provocó que la autoridad monetaria debiera pagar un tipo de cambio muy superior al oficial para abultar sus arcas. Específicamente, el tipo de cambio implícito fue $534 en lo que va del programa, ubicándose 137% por encima del oficial. Esta brecha había sido 60% en la primera edición del esquema y 40% en la segunda. Desde otro punto de vista, el BCRA estuvo comprando dólares a un tipo de cambio 15% por arriba del promedio del CCL por ADRs en el mismo período», dijeron desde PPI.

¿Y ahora II?

Según transcendidos, no habría una nueva edición del programa, «aunque nosotros estamos escépticos que esto ocurra», dicen en ppi.

¿La razón? Ahora sí hay producto para liquidar a diferencia del inicio del esquema, ya que la cosecha de soja, que estaba retrasada por la severa sequía, tomó impulso.

«Poniéndolo en números, se liquidaron 7,7 millones de toneladas (Mt) de la oleaginosa, por lo que solamente se habría vendido lo acopiado (carry) de la cosecha anterior (alrededor de 6/7 Mt) y una muy pequeña parte de la campaña actual. Así las cosas, con 78,2% cosechado, los productores de soja tendrían alrededor de 16,4 Mt de la campaña 2022/2023 (producción estimada en 21 Mt) en sus manos. En términos de dólares, serían un poco más de US$ 8.000 millones a los precios actuales. Dado que se descuenta un ajuste el tipo de cambio oficial a partir de diciembre, un nuevo dólar agro es la única herramienta que tiene esta administración para incentivar la liquidación masivamente hasta entonces. Asimismo, consideramos que ante la imposibilidad de devaluar dada la alta nominalidad y la incapacidad de hacer un ajuste fiscal de magnitudes en un año electoral (podría pedirse más recorte en subsidios energéticos), un nuevo programa de incremento exportador podría ser la llave que destrabe el adelantamiento de los desembolsos del FMI», agregaron.

El economista

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