Cómo lograr que el campo vuelva a crecer

El autor, que es el presidente de Aacrea, plantea que es estratégico lograr una mayor inserción en el mercado mundial para desarrollar el sector y la economía.

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En los últimos años, el mapa ganadero, lechero, agrícola y el de las economías regionales ha entrado en un proceso de contracción. Regiones que son bioclimáticamente aptas para cultivos se han transformado en no aptas solo por factores internos. Este evitable resultado hace que situaciones productivas similares en los países limítrofes sean viables y a escasos kilómetros, cruzando la frontera en el nuestro, dejan de serlo.
Todo eso lo sabemos y también sabemos que hay consenso para evitar que esa reducción centrípeta de la agricultura continúe su proceso. Lo más importante es que la ventana sigue abierta y la oportunidad de capturar la fuerte demanda de alimentos continúa al alcance de la mano.
Al menos por un momento, pensemos que esta situación cambia y pasamos a una nueva realidad en la cual las condiciones sean similares a la de nuestros competidores latinoamericanos. De esa manera podremos volver a expandir nuestras producciones. Y en ese caso volveremos a ampliar áreas productivas y completar el “primer piso” del campo argentino.

Es un enorme desafío, basado en los fuertes cimientos existentes que seguramente nos llevará años lograr pero que brindará enormes beneficios al interior del país. Una vez logrado ese primer piso: ¿por qué no empezar a planificar la construcción del segundo piso? La arquitectura de este nuevo estamento tiene que estar en armonía y en perspectiva con el plan de país que queremos.
Construir una torre de Babel sin acordar la orientación de los edificios no nos va a llevar a ningún destino. Trabajar en lograr la articulación del mundo agrícola y el urbano sería el primer escalón. Nada que romper sino todo por unir para potenciarnos en una sola cultura.
Siempre se escucha decir que la Argentina tendría que “agregar valor” a los commodities, y luego de pronunciada la frase, se hace un solemne silencio, como quien acaba de revelar una verdad que nadie había pensado antes. A esta altura y con trabajos realizados por la Bolsa de Comercio de Buenos Aires (BCBA) y las cadenas de valor sabemos que en una tonelada de trigo, carne o soja hay más complejidad e interacción que en muchos productos manufacturados.
No es intención de esta columna decir quien “agrega más valor”, sino buscar ideas y conceptos que nos permitan orientarnos a este desafío de construir el segundo piso del campo argentino. Más desarrollo y más empleo pueden venir no solo de mayores producciones, sino de explorar nuevos mercados vía negociaciones internacionales de la mano del Mercosur. El verdadero agregado de valor no se basa en la transferencia de valor de un sector a otro sino de la búsqueda de inserción genuina en el mundo.
El gran salto para decidirnos a construir este segundo piso es decidirnos a entrar a competir en los mercados a los cuales todavía no hemos accedido. La Alianza del Pacifico, el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) y las negociaciones de tratados comerciales que han firmado y están en vías de negociación la mayoría de los países productores de alimentos nos dejan con “la ñata contra el vidrio” al ver como en el vecindario se construye y nosotros todavía no hemos ni siquiera empezado a trazar los planos.
Nuevos productos, nuevos mercados, que agreguen valor y sirvan al mundo, institucionalidad y seriedad al producir bajo el paraguas del desarrollo sostenible, son variables que nos pueden abrir la ventana para empezar a construir el segundo piso del campo.

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