De todo el complejo exportador argentino, el 72% de las exportaciones salen del campo

Las cadenas agroindustriales generan 7 de cada 10 dólares. Con la mitad de lo que producimos en nuestros campos nos abastecemos, el otro 50% lo vendemos al mundo. Miles de familias viven de ese circuito. Argentina restringe las exportaciones de carne, es uno de los tres países que desincentiva a la producción y uno de los pocos que cobra Derechos de Exportación. Los últimos datos y análisis del Monitor de Exportaciones de FADA.

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Exportar genera puestos de trabajo. La cadena de carne de vaca genera más de 400 mil empleos, de los cuales 100 mil se vinculan con el circuito de exportación, es decir, es el sustento de miles de familias. La cadena de trigo moviliza 385 mil empleos, de los cuales más de 158 mil se relacionan con la exportación de estos productos. La cadena vitivinícola produce 152 mil empleos, con más de 53 mil familias que viven gracias a los trabajos relacionados al exportar vinos y mostos. Son los datos que arroja el último “Monitor de Exportaciones” de FADA (Fundación Agropecuaria por el Desarrollo de Argentina), el explorador semestral de las cadenas agroindustriales.

Exportar genera dólares. “En el primer semestre del año, las cadenas agroindustriales generaron 25.600 millones de dólares por exportaciones, el 72% de todas las exportaciones del país” describe Nicolle Pisani Claro, economista de FADA.

Sin embargo, en Argentina, ¿se desincentiva a la actividad agrícola? Según el organismo internacional OCDE (Org. para la Cooperación y Desarrollo Económico) nuestro país es uno de los tres del mundo, que no apoya a la producción y, según el Banco Mundial, uno de los pocos que cobra Derechos de Exportación significativos.  “La mayoría de los países no cobran o cobran poco, lo que ayuda al desarrollo de las regiones”, agrega Pisani Claro. Siguiendo a la OCDE, Argentina junto con India y Vietnam son los desincentivados, contrario a lo que pasa en países como Estados Unidos, China, países de Europa, Brasil, Canadá, entre otros. Según el Banco Mundial, en estos países sólo se cobra un menos del 1% en Derechos de Exportación. En Argentina se cobra entre un 15% y un 25%.

Exportar significa invertir, ya que toda esa cadena necesita inversiones en maquinaria, plantas, camiones y puertos. Exportar mejora la infraestructura y los servicios públicos, a partir de los impuestos que los gobiernos recaudan a cada paso de las cadenas. Con la exportación ganamos todos, porque la actividad económica, los empleos y la inversión que impulsa la exportación significan más demanda para un kiosco, una carnicería o un negocio de ropa, explica Pisani Claro.

“Estos datos y análisis valen para todas las actividades del país, incluso para la carne de vaca, más exportación significa más producción, inversiones en el campo y en los frigoríficos, puestos de trabajo, dólares, impuestos, fletes y muchos otros beneficios indirectos. Por lo que, con la continuidad de las restricciones para la exportación perdemos todos, miles de familia pierden su forma de sustentarse, el país pierde 100 millones de dólares por mes, los trabajadores de la cadena pierden empleos e ingresos, pierden los productores, los frigoríficos, los consignatarios, los transportistas, pero por sobre todo, perdemos los argentinos que no veremos un impacto duradero en los precios de la carne y sólo tendremos menos producción y otro sector económico más en crisis”. “Es como que Argentina despluma a su propia gallina de los huevos de oro”, advierte David Miazzo, economista jefe de FADA.

Incentivos/Desincentivos: las contradicciones en nuestro país

“La mayoría de los países incentivan la exportación, hacen lo imposible para negociar y abrir mercados, porque entienden que exportar es bueno para sus habitantes. Lo contrario es directamente prohibir exportaciones, como sucede en el caso de la carne y como en otros momentos pasó con el maíz, trigo y leche, destaca Miazzo.

“Una forma de desincentivar las exportaciones son los Derechos de Exportación, un impuesto que no se coparticipa con las regiones que produjeron esa riqueza y hacen que el productor perciba un ingreso menor, por lo que las regiones se pierden todo lo que se podría reinvertir en sus zonas, con pérdidas millonarias para las ciudades y pueblos que generan la producción”, agrega Pisani Claro.

El Monitor de FADA analiza la situación a nivel mundial con datos del Banco Mundial y muestra la relación entre los DEX y la recaudación tributaria nacional: de 33 países, en 25 representa menos del 1%, sólo en 5 países representa entre 15% y 25% (Argentina, Rusia, Bielorrusia, Kazajstán y las Islas Salomón). Un dato que no es menor, es que de los países que tienen una relación DEX/recaudación más elevada, Argentina es el único que tiene un perfil agroexportador. Sólo en el primer semestre del año, las cadenas agroindustriales aportaron USD 4.808 millones de Derechos de Exportación, el 92,2% del total recaudado por AFIP por este concepto, revelan desde FADA.

Estos son algunos de los datos que se desprenden de la nueva edición del “Monitor de Exportaciones Agroindustriales” de FADA (Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina). Este informe semestral expone datos contundentes, que despejan dudas y mitos en torno a las exportaciones.

Números que nos suman

El Monitor de Exportaciones muestra que el 50% de lo que produce el campo argentino se vende al mundo, luego de abastecer al mercado interno con la otra mitad. Este dato es el promedio de la relación exportación/producción de las 20 cadenas analizadas. Del total de exportaciones del país en el primer semestre de 2021, el 72% proviene de las cadenas agroindustriales, entre ellas, la carne. Es decir, 7 de cada 10 dólares que entran al país por las ventas al mundo se generan en estas cadenas. En dinero, fueron más de 25.600 millones de dólares que ingresaron. “Todos esos dólares que son necesarios por varios motivos: por un lado, nos permiten comprar cosas que usamos a diario y que acá no producimos, como Netflix, automóviles, celulares, hasta Netflix y el Zoom que tanto usamos hoy en día, entre otros. Por otro lado, ayudan a evitar crisis y que tengamos que pedir dólares prestados. Además, permite financiar el déficit de otros sectores, para que puedan seguir funcionando y generando trabajo y actividad económica. Finalmente, tiene beneficios tanto en el sector público como privado: el Estado puede mejorar los servicios e infraestructura que brinda gracias a una mayor recaudación de impuestos y para los privados implica una mayor posibilidad de inversiones. Además de los puestos de trabajo directos e indirectos en todo el circuito exportador. Ganamos todos”, afirma Miazzo.

De los más de 25.600 millones de dólares exportados por el campo y la agroindustria, el 74,8% proviene de las cadenas granarias, 11,6% de economías regionales, 7,4% carnes, 1,9% lácteos y 4,3% otros productos. En este trabajo también se estudia la concentración de origen y de destino, con la intención de incluir cadenas que sean importantes y significativas a nivel nacional pero también en cada región del país.Por poner un ejemplo, la yerba representa el 0,1% de las exportaciones del país, pero cuando uno ve lo que representa esta producción para el NEA, es indudable que hay que estudiarlo. De esto se trata la visión federal que mantiene este trabajo”, afirma Pisani Claro.

Algo similar se puede pensar con Entre Ríos y Corrientes: son los principales productores de arroz que se exporta un 40% de la producción. O Mendoza con el vino, que se exporta el 38% de lo que se produce. O el Alto Valle del Río Negro con las peras, que se exporta el 60%. “Sin ir más lejos, Río Cuarto y el interior de la provincia de Córdoba, ya que se exporta el 74% de la soja, 64% del maíz y 29% de la carne vacuna. Más de la mitad de la actividad económica que genera el campo no existiría sin la exportación. Esto nos lleva a pensar ¿Qué podría ser de los pueblos y ciudades del interior si no existieran las exportaciones? Incluso, hemos hecho estudios sobre cómo se potenciarían las regiones de Pergamino y departamentos de Córdoba si pudieran producir más, agregar más valor y exportar más con menores Derechos de Exportación”, reflexiona Miazzo.

¿Alcanza para todos?

Un mito recurrente es que exportar alimentos es malo, porque compite con el consumo interno. Este mito lleva a pensar que un kilo de carne que se exporta es un kilo de carne que se le saca de la mesa a los argentinos. Esto no es así, según el informe de FADA, ya que indica que el problema que tiene Argentina no es de abastecimiento de alimentos, es que los argentinos tienen los ingresos tan deteriorados que les cuesta acceder a estos alimentos. “El problema no es que no tenemos suficiente carne, leche, maíz o trigo, el problema es que los argentinos no podemos pagarlos, es que falta empleo e ingresos. Por eso las exportaciones en realidad ayudan al consumo interno, al generar más empleo y riqueza para que los argentinos puedan consumir más”, explica Miazzo.

¿Qué puesto ocupamos en el mundo?

El “Monitor de Exportaciones Agroindustriales” se define como un “explorador”, como una herramienta que nos permite ver de manera global el gran potencial exportador de nuestra Argentina: qué producimos, para quiénes, cuánto nos compran, en qué nos beneficia producir para nosotros y para el mundo.

Presenta un podio que muestra qué lugar ocupamos en el mundo con nuestros productos: somos el primer exportador mundial de harina de soja, aceite de soja, porotos, aceite de limón, jugo de limón, maní, maíz. Segundo exportador mundial de yerba. Terceros en soja. Cuartos en peras y leche en polvo. Y estamos quintos en aceite de girasol, camarones y langostinos, lanas, harina de trigo y carne de vaca. Y la lista sigue, ya que el estudio analiza 20 cadenas agroindustriales.

“Otro de los indicadores es la concentración de destinos. En promedio, el 62% de las exportaciones de las cadenas agroindustriales se concentran en los primeros 5 países de destino”, afirma Pisani Claro. Los complejos que se encuentran por encima de ese promedio son aquellos que tienen una mayor dependencia a esos principales países a los que les vende. En cambio, los que se encuentran por debajo son los que tienen una mayor diversificación de sus destinos, lo que los pone en una mejor situación para colocar sus bienes en el mercado mundial.

¿Cómo impulsar exportaciones?

Al acceder a los números y conocer los beneficios que produce venderle al mundo, inmediatamente surge el interrogante ¿Cómo podemos exportar más? Los economistas de FADA lo explican de manera sencilla:

“El primer paso es tener una economía ordenada con reglas de juego claras. El segundo paso es abrir mercados y que las empresas puedan acceder a créditos para invertir. El tercero es mejorar la competitividad con infraestructura, cambios en leyes laborales y reducción de la carga impositiva. Este paso, en el agro, se traduce en bajar derechos de exportación, promover el uso de fertilizantes, incrementar inversiones en riego, mejorar caminos rurales y conectividad digital, reducir costos de fletes, entre otros”, concluye Miazzo.

Más que cifras: son familias

Entre las cadenas de carne de vaca, trigo y vino, se generan más de 300 mil empleos en sus circuitos de exportación. “Este es solamente un ejemplo, la creación de trabajo se da en todas las cadenas agroindustriales, tanto en empleos directos como indirectos, va más allá de un número, son 300 mil familias argentinas que no tendrían ingresos si no exportáramos”, aporta Pisani Claro.

“El circuito de la exportación suele pensarse desde que el barco sale cargado hacia otros países, pero el proceso empezó muchísimo antes e incluye gran cantidad de eslabones. Por ponerte un ejemplo, se produce en el campo, interviene el productor, los contratistas, los trabajadores de logística, los de contabilidad, los de las industrias… Pero antes también estuvieron lo que hicieron la tecnología de las semillas, los ingenieros que evaluaron los suelos. Es una rueda que nos toca a todos”, explica Miazzo. Los economistas son claros: las exportaciones agroindustriales generan trabajo tanto en el campo como en la ciudad.

Por Fundacion FADA

 

 

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