BCBA: Impactos proyectados de la reducción de los derechos de exportación

En un contexto desafiante para el sector agropecuario, la reducción temporal de los derechos de exportación representa un alivio clave para los productores y la cadena agroindustrial. Los efectos positivos en la actividad económica se ven reforzados por el impacto que tendría en la generación de divisas y la estabilidad macroeconómica. Se estima que esta medida podría generar ingresos adicionales de aproximadamente 1.000 millones de dólares, dada la comercialización proyectada hasta el 30 de junio. Además, al incentivar la venta de una proporción de los stocks acumulados de soja de campañas anteriores, podrían sumarse otros 500 millones de dólares.

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El reciente anuncio de la baja en los derechos de exportación representa un avance significativo en la política tributaria hacia el agro. Aunque la medida tiene carácter temporal, su implementación desde el próximo lunes hasta el 30 de junio de este año podría generar efectos muy positivos en el corto plazo. La medida establece una reducción en las alícuotas de los derechos de exportación para soja y sus derivados, trigo, cebada, sorgo, maíz y girasol, y elimina de manera permanente las vigentes para las economías regionales, lo cual beneficia a una amplia diversidad de actividades productivas.

Este cambio llega en un contexto desafiante para el sector agropecuario, con los efectos de la sequía y los precios internacionales en mínimos de los últimos cuatro años. Sin embargo, la medida aporta un alivio fiscal clave y refuerza las posibilidades de recuperación del sector.
La baja de las alícuotas genera incentivos claros para que los productores comercialicen parte de los niveles de stocks acumulados, que rondan las 10 millones de toneladas de soja de campañas anteriores, al tiempo que impulsa las ventas de la campaña en curso. Esto podría traducirse en una oferta adicional significativa, contribuyendo a la generación de divisas y una mejora en la recaudación fiscal, fortaleciendo variables clave para la estabilidad macroeconómica.

A partir de proyectar las ventas de granos a fines de junio, basadas en el ritmo promedio de las últimas campañas, es posible estimar la comercialización en los próximos meses hasta el fin de la reducción del impuesto. En este contexto, la diferencia entre la recaudación con las alícuotas actuales y las anteriores implica una mejora de aproximadamente 1.000 millones de dólares. Si además se comercializara parte del stock de soja de campañas anteriores, este valor podría incrementarse, aunque su estimación resulta compleja. Supongamos que se vendiera la mitad de dicho stock, lo que implicaría un incremento adicional de alrededor de 500 millones de dólares.

Al reducir la carga tributaria, los productores dispondrán de mayores márgenes para reinvertir en tecnología y producción, particularmente si la medida se extiende más allá de junio. Esto podría marcar el inicio de una tendencia positiva en la recuperación del área sembrada y en el uso de paquetes tecnológicos de alto impacto productivo. De mantenerse la reducción de los derechos de exportación después de junio, se daría una clara señal para que los productores incrementen sus niveles de inversión, favoreciendo la siembra al confiar en un marco de reglas estables. Además, el alivio fiscal brinda un respaldo estructural y de competitividad a sectores clave de nuestra economía, lo cual potenciará la generación de empleo y el desarrollo territorial en todo el país.
La baja del impuesto es, sin lugar a dudas, una herramienta que alivia al sector en un momento de alta necesidad. Si bien existen factores externos que pueden influir en la velocidad de reacción del mercado, esta medida brinda una oportunidad para dinamizar la actividad agrícola y fortalecer su rol como pilar estratégico de la economía nacional.

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