El agro latinoamericano reclama unidad para ganar peso en el comercio global
Dejar de pensarse como rivales y empezar a actuar como aliados. Ese fue el espíritu que sobrevoló el Salón de los Pasos Perdidos durante la 2° Cumbre Sudamericana Agroglobal, donde legisladores, referentes del sector agropecuario y diplomáticos de seis países coincidieron en que el futuro del agro latinoamericano está en la cooperación regional.
La cita, organizada por la Fundación Barbechando y con apoyo del Congreso de la Nación, reunió a representantes de Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Colombia y Perú. Desde todos los sectores se insistió en que los desafíos que enfrenta el agro trascienden las fronteras nacionales y exigen respuestas regionales.
«Tenemos que dejar de actuar como si compitiéramos entre nosotros. Paraguay no le vende al agro argentino, ni Argentina al de Brasil. Nuestra competencia está en otras latitudes», disparó el senador paraguayo Gustavo Leite, en una de las frases más comentadas del encuentro. Sus palabras resumieron una premisa repetida: los productores del Mercosur no son adversarios, sino socios con intereses comunes.
Las barreras están más cerca de lo que parece
Uno de los puntos de mayor acuerdo fue la crítica a las exigencias ambientales impuestas por la Unión Europea, que varios oradores calificaron como «desconectadas de la realidad productiva» de la región. «No negamos la agenda ambiental, pero exigimos que sea justa y basada en evidencia. No se puede juzgar con la misma vara a países con realidades muy distintas», sostuvo el diputado argentino Atilio Benedetti.
En el mismo tono, el senador colombiano Marcos Pineda advirtió que cada decisión internacional sobre agroalimentos repercute en la región: «Estamos todos en el mismo barco. Necesitamos políticas coordinadas que conviertan esos desafíos en oportunidades».
La voz de los productores: libertad, seguridad y sostenibilidad
Desde el lado productivo, uno de los mensajes más contundentes vino de Rodolfo Rossi, titular de Acsoja, quien reclamó el fin de los derechos de exportación en Argentina: «Nos han costado más de 200 mil millones de dólares en las últimas décadas. Lo que el productor necesita es libertad para decidir cómo y qué producir».
Rossi también remarcó que una política fiscal impredecible crea inseguridad que espanta inversiones y desalienta la innovación: «Con reglas claras y sin retenciones, podemos dar el salto hacia la industrialización de nuestras materias primas».
El desafío de comunicar la sostenibilidad
Una de las mesas más dinámicas fue la dedicada al rol de la comunicación y la opinión pública. «El campo sudamericano tiene credenciales ambientales superiores a las de Europa, pero no lo estamos contando bien», sostuvo el senador uruguayo Sebastián Da Silva. Y llamó a dar una «batalla cultural» para desmontar prejuicios sobre productos como la carne vacuna.
Un paso hacia una política agroregional
La cumbre cerró con la firma de un documento conjunto que resume los puntos de consenso: la necesidad de armonizar regulaciones, invertir en infraestructura, mejorar la conectividad rural, y establecer canales formales de cooperación legislativa y técnica entre países.
No se trató de un encuentro simbólico. Fue un ensayo de política exterior agropecuaria entre pares, con un claro mandato: Sudamérica no puede seguir actuando como archipiélago si quiere ser continente en el nuevo mapa global de la producción de alimentos.
Deja un comentario