Por ing. agr. OScar bertin
Cultivares de avena para diferentes usos
La avena (Avena spp) es un cultivo invernal multipropósito que puede ser utilizado como: verdeo de invierno (VI) bajo pastoreo; cortado y suministrado como pasto fresco a animales en patios de comida; forraje conservado: heno o silaje; cultivo de servicio o cobertura entre dos cereales/oleaginosas solo o asociado de manera frecuente con especies del género Vicia spp; cereal para grano o una combinación de ellos.
La especie se distingue de los otros VI por presentar el cuello de la vaina foliar sin aurículas y con la lígula muy desarrollada, con los bordes de la lámina pubescente y la base de los tallos desde el estado de plántula de color blanco-verdosa.
La avena es el VI más importante del país y de más amplia adaptación, cultivándose desde el norte argentino hasta la Patagonia, aunque pueden variar las especies. Es el cereal más tolerante a altas temperaturas y déficit hídrico en estado de plántula, condiciones prevalecientes a fines de verano. Las siembras seguras en esta época aumentan la producción y puede usarse antes de que comiencen los fríos intensos. En general, las que se implantan bien temprano son las “amarillas” (A. bizantina C. Koch.), que son muy rústicas , no sufren la desecación por altas temperaturas y no hay pérdida excesiva de plantas, además las “blancas” (A. sativa L.) si se establecen muy temprano encañan, aunque estas últimas se aclimatan a los ambientes más fríos y secos. Varios de los nuevos cultivares (cv) son producto de cruzamientos interespecíficos entre estas dos especies. Aun cuando se encuentra panojada y granada es posible utilizarla, ya que su calidad se mantiene debido a un adecuado balance de nutrientes que se traduce en altas ganancias diarias de peso. La “brasileña” o “negra” (A. strigosa Schreb.) se ajusta a las regiones más cálidas y húmedas. Esta última no debe confundirse con la maleza de los cereales de invierno, también denominada avena “negra” o “guacha” (A. fatua L.). Esta última en sus estadios vegetativos es similar a las cultivadas, resultando difícil diferenciarla. La lígula es aún más desarrollada y al igual que todas las del género no tiene aurículas. Presenta una panoja laxa y espiguillas bi o triflora que se distinguen por ser más oscuras y tener marcada pilosidad. La semilla presenta lemma aristada en forma dorsal.
Cuando se la siembra para pastoreo, dos atributos centrales deben ser tenidos en cuenta al momento de elegir el cv: su producción y distribución estacional del pasto y su comportamiento frente a las enfermedades. En forma prioritaria: las royas de la hoja (Puccinia coronata f. sp. avenae) y del tallo (Pucccinia graminis Pers. f. sp. avenae Erikss. y Henn). Si bien el porte vegetativo, la capacidad de rebrote y la sanidad de foliar son características genéticas propias de cada cv, éstas pueden ser modificadas en algún grado por el ambiente. Por esta razón, un aspecto a considerar es la correcta elección del cv más adaptado a las condiciones edafoclimáticas de la subregión. Los cv deben renovarse de manera frecuente, porque la tolerancia a la roya va cambiando con el tiempo, según las “razas” prevalecientes en cada situación. Aunque suele tener menos acumulación de pasto en el período más frío, al menos en zonas húmedas, que otros VI alternativos como el raigrás anual, este factor también depende del cv. Lo que sí coinciden los trabajos de evaluación es que tiene menos valor nutritivo que el raigrás, con similares valores de proteína bruta (PB) (19 ± 4,9 % y 18,2 ± 5,5 % para el cereal y el raigrás en ese orden), que se expresa en animales de altos requerimientos, como vacas lecheras de elevada producción.
El cv elegido cuando se la destina a forraje conservado: silaje o rollos o para cereal para alimentación animal o humano debe priorizar el rendimiento de grano. En el primer caso porque aunque no aumente su producción, eleva la proporción de panoja lo que le da al silaje mayor digestibilidad in vitro de la materia seca (% DIVMS). En general, los cv que tienen más inflorescencia y menos tallo, incluido la vaina de la hoja, dan ensilajes de mayor valoración alimenticia, ya que son el mayor porcentaje de la biomasa total, dejando una minoritaria parte para las láminas y el material muerto. Este último es bajo si se cosecha el forraje en el momento adecuado: grano lechoso a pastoso. La mayor proporción de panoja eleva los valores nutricionales de la reserva: mayor contenido de carbohidratos solubles, mayor % DIVMS y menor pared celular (% FDN), aunque no la PB. Los cv seleccionados por mayor rendimiento de grano pueden no ser de baja acumulación de pasto.
Al asociarla a leguminosas como vicias o melilotus o tréboles verdaderos le dan al forraje de avena mayor PB, que es una de las limitantes de estos recursos forrajeros que poseen adecuado nivel de fibra de calidad y energía, pero baja PB (8-10 %), cuando se las usa como forraje conservado.
Deja un comentario