Los insectos se comen el 20% de las plantas que cultivan los humanos

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Desde que los humanos aprendieron a cultivar alimentos, criaturas como el gusano elotero, el gorgojo del grano y la mosca de la semilla de frijol se han dado un festín con nuestros botines agrícolas. En todo el mundo, las plagas de insectos consumen hasta el 20 por ciento de las plantas que los humanos cultivan como alimento, y esa cantidad aumentará conforme el calentamiento global haga que las sabandijas tengan más hambre, de acuerdo con un estudio publicado el 30 de agosto en la revista Science.

Eso podría incitar a los campesinos a usar más pesticidas, lo que a su vez podría causar más daño ambiental, señalaron los científicos.

Por cada grado Celsius que las temperaturas aumentan por encima del promedio histórico global, la cantidad de trigo, maíz y arroz que se pierde a causa de los insectos aumentará de un 10 a un 25 por ciento, según el estudio. Las regiones agrícolas templadas, como las de Estados Unidos y Europa oriental, serán las más afectadas.

El Acuerdo de París está diseñado para mantener el calentamiento por debajo de los dos grados Celsius, pero todos los países del mundo están muy lejos de cumplir esa meta.

Al consumir una cantidad tan grande de cultivos en el campo, «los insectos han acabado aproximadamente con una de cada ocho hogazas de pan antes de que siquiera se produzca», dijo Curtis Deutsch, profesor de Oceanografía Química en la Universidad de Washington y autor del estudio. «Si la temperatura aumentara cuatro grados, lo que normalmente predicen los modelos climáticos para cuando termine este siglo, eso equivaldría a que los insectos consuman dos de nuestras ocho hogazas de pan en vez de una».

Las temperaturas más altas aceleran el metabolismo de muchos insectos, por lo que comen más. Sus ciclos de vida también se hacen más veloces, así que los insectos se reproducen más rápido. Ambos efectos reducirían el rendimiento de los cultivos mientras la población humana sigue aumentando, lo cual tensaría aún más la cadena de suministro de alimentos en todo el mundo, señala el estudio.

Para llegar a sus cálculos, Deutsch y sus colegas utilizaron modelos estadísticos que simulan los efectos del calentamiento global en la alimentación y la reproducción de los insectos. Se enfocaron en cultivos de trigo, maíz y arroz porque conforman el 42 por ciento de las calorías que consumen directamente los seres humanos.

Otros factores podrían ayudar a mitigar la pérdida de cultivos. Los insectos beneficiosos también podrían prosperar en un clima más cálido, dijo Michael Hoffmann, profesor de Entomología y director ejecutivo del Instituto Cornell para las Soluciones Climáticas Inteligentes, quien no participó en el estudio. Esos insectos podrían acabar con «parte de las plagas, para que el daño no sea tan grave como lo sugieren en este momento», explicó Hoffmann.

Aun así, las temperaturas más altas pueden ser malas noticias para los cultivos sedientos, independientemente de la actividad de los insectos. Un estudio publicado el año pasado en la revista Nature Communications halló que las presiones de las temperaturas veraniegas aumentadas podrían llevar a un declive significativo de los cultivos agrícolas. La ola de calor europea de este verano, que coincide con patrones de cambio climático, redujo la producción de granos de Alemania aproximadamente un 20 por ciento.

Ese estudio encontró que la irrigación mejorada podría compensar por lo menos algunas de las pérdidas. Sin embargo, queda menos claro si los insecticidas podrían ayudar a evitar la propagación de pestes.

«Esa hogaza de pan que perdemos actualmente, de cada ocho, ya refleja lo que podemos hacer para manejar las pérdidas de los cultivos a causa de los insectos», dijo Deutsch. Los pesticidas podrían ayudar en los lugares donde todavía no se utilizan pero, en otras regiones, «realmente se cuestiona si ya llegaron a su máxima eficacia o no», comentó.

Además, los pesticidas pueden dañar involuntariamente otros organismos, y algunos se han relacionado con problemas de salud en los humanos. Su fabricación, transporte y utilización también contribuyen al calentamiento global.

Deutsch dijo que la verdadera solución es reducir drásticamente el nivel de gases de efecto invernadero que emiten los humanos. «Si queremos resolver un gran problema con un millón de ramificaciones, tenemos que llegar hasta la raíz», explicó. «Si no, se fabricará un millón de vendas adhesivas. No creo que eso sea viable. También es mucho más difícil».

 

Fuente: nytimes.com

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