Los impuestos al trabajo en la Argentina llegan al 34,6%

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La Argentina tiene la carga más elevada de la región al poner la lupa sobre los impuestos al trabajo.

Así surge de un relevamiento elaborado por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) en el que se detalla que si bien el promedio para América latina y el Caribe es de 21,7%, en la Argentina alcanza el 34,6%.

Para efectuar esta comparación se excluye el impuesto a las Ganancias ya que, según el trabajo de la OCDE, un salario promedio en la Argentina no estaría alcanzado por este tributo.

Sí, en cambio, se consideran las contribuciones a la seguridad social por parte del trabajador y del empleador.

Los aportes personales y las contribuciones patronales explicaron un poco más de un cuarto de la recaudación del año pasado.

Entre ambos sumaron en torno a $ 535.000 millones, de los poco más de $ 2 billones de ingresos tributarios que hubo en 2016.

El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, sostuvo en la entrevista con El Cronista, que apunta a reducir los impuestos distorsivos que, a su entender, incentivan la informalidad en la Argentina. «Me preocupa mucho el impacto que tienen las cargas al trabajo. Son anormalmente altas frente al resto del mundo y eso explica en buena medida que la Argentina tenga 35% de empleo en negro», señaló.

Según un informe del Ieral, instituto de investigaciones económicas de la Fundación Mediterránea, en los últimos 15 años entre las contribuciones a la seguridad social, Ganancias, ingresos brutos, retenciones y el impuesto al cheque (que también Dujovne mencionó que evalúan modificarlo) explicaron alrededor de una suba de 12 puntos del PBI en la presión tributaria argentina.

El impuesto al cheque, por su parte, recaudó el año pasado $ 131.000 millones, que implicaron un 6,5% de los ingresos tributarios. Prescindir de estos recursos (sobre todo de las cargas laborales) no será tarea sencilla, saben en el Gobierno.

«Tenemos las cargas laborales más altas de Latinoamérica, y esto obviamente influye sobre el elevadísimo nivel de empleo en negro que tiene la Argentina y que afecta en promedio a un tercio de su población. Si a eso se suma la carga fiscal general el incentivo a crear empleo formal disminuye aún más. Además en algunas provincias el problema se agudiza aún más y el nivel de informalidad ya llega al 45% en Salta ó al 42% en Tucumán», señaló Félix Piacentini, de NOANomics.

Tanto Camilo Tiscornia (CyT Asesores) como Federico Muñoz y Gabriel Zelpo (Elypsis) coincidieron con el diagnóstico del recientemente designado funcionario de Hacienda, y que habrá que achicar el Estado.

«Ninguna reforma es tan drástica, sino algo progresivo», sostuvo Tiscornia y agregó que «hacerlo en un contexto de crecimiento juega a favor ya que de otra manera , no contribuye que baja la recau dación por caída de la actividad».

Muñoz reconoció también que hay objetivos contrapuestos, entre bajar la presión tributaria, disminuir el déficit y aumentar el gasto en infraestructura.

Dentro de la posibilidad de bajar los impuestos al trabajo señaló que, seguramente, se compensará con un aumento de los contribuyentes, de manera de no afectar tanto los ingresos fiscales. «Se empieza a hablar de suerte de blanqueo laboral que facilite el ingreso de trabajadores informales», dijo.

Zelpo sostuvo que este tipo de reformas son de largo plazo.

«Tiene costos en el corto pero en el largo plazo tiene rédito, que es hacer disminuir la informalidad», identificó.

En cambio, el economista Oscar Cetrángolo, profesor de Fi nanzas Públicas e investigador del Instituto Interdisciplinario de Economía Política, señaló que «la experiencia argentina es un claro ejemplo de caballos impulsados por carretas, toda vez que se pretende bajar la evasión reduciendo alícuotas. Además de no tener efectos directos e instantáneos sobre la evasión, la iniciativa puede agravar los ya serios problemas fiscales».

El Cronista Comercial

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