ISETA recomienda criterios para el mantenimiento de piscinas

Share on FacebookShare on Google+Tweet about this on TwitterShare on LinkedIn

Actualmente existen todo tipo de productos y elementos que se comercializan para mantener el agua de las piletas. Siempre deben elegirse productos de marcas y fabricantes identificables, que indiquen instrucciones de uso y dosificación adecuada.

Es importante respetar las cantidades ya que cualquier sustancia que se le agregue al agua tendrá su efecto en base a la química, y esta es una ciencia EXACTA. Poner de más no significa que el producto tendrá mejor efecto, incluso puede ser contraproducente y perjudicial para la salud.

Son varios los criterios que definen la calidad del agua de piscinas. Principalmente, al tratarse de agua que está a la intemperie, ó a temperatura y siempre en contacto con mucosas, piel, materia orgánica, es una fuente propicia para el desarrollo de microorganismos que proliferan rápidamente causando la pudrición del agua, contagio de enfermedades típicas (conjuntivitis, gastroenteritis, infecciones cutáneas, etc.).

También desde el punto de vista químico hay un cierto balance que es el que se busca para que el agua se presente como uno espera en una piscina.

En ISETA se analizan los parámetros que hacen a cada efecto que encontramos en el agua, y ayudamos a identificar y solucionar problemas.

No siempre se trata de productos o elementos sofisticados, costosos, variados, y a veces nocivos. Hay que saber qué es lo que quiero “atacar” para hacer lo justo y necesario sin desbalancear otras condiciones.

Evidencias típicas de un desbalance o de proliferación de microorganismos pueden ser: irritación de ojos y/ó mucosas tras bañarse, excesivo olor a cloro, trajes de baño teñidos de amarillo verdoso, pelos rubios que adquieren tono verdoso, aguas oscuras, turbias, marcas notables en las líneas de flotación de agua, mal olor, etc.

Presentamos un resumen de algunos criterios que hacen al balance químico del agua y a las condiciones de salubridad.

Para más información acercarse o contactar a ISETA. Laboratorio de Microbiología y fisicoquímica.

Condición microbiológica: El agua de baño y piscina DEBE SER MICROBIOLÓGICAMENTE POTABLE, acorde a Código Alimentario Argentino.

 Regulación de PH entre 7 y 7,8.

Cloración.

Hay distintas formulaciones que contienen este cloro para piscinas.

El cloro se puede suministrar en tratamientos de choque, que liberan una gran cantidad de cloro normalmente al inicio de la temporada, y tratamientos de acción continuada, que realizan una liberación progresiva de cloro en formato pastillas o granulado.

Durante el proceso de cloración, el nivel del PH tiene que estar entre el 7 y el 7,8. Fuera de estos valores, la cloración pierde eficacia y puede ser agresiva para la piel y las mucosas.

Antialgas.

La presencia de algas muestra una debilidad del sistema de desinfección. Lo detectamos inicialmente por el tono del agua que, lo frecuente es que se vuelva verdosa. Además de una buena limpieza física que elimine las algas de las superficies de fondo y paredes, será necesario un tratamiento con un producto antialgas y un lavado del filtro.

Una vez que las algas han aparecido en una piscina será necesario mantener de forma continuada un alguicida para evitar su proliferación. Existen tratamientos de cloro que ya los llevan combinados. Una opción específica es sulfato de cobre, pero no debe usarse en exceso ya que produce otros efectos indeseados.

Turbiedad

Cuando el agua se vuelve turbia, de un tono blanquecino, estamos ante un problema de exceso de materia en suspensión o, en piscinas de agua muy dura, se le llama “cal”. Asegurando primero que se hace un buen filtrado, y que no es un tema de alta dureza, el mantenimiento del agua consiste en aportar floculante. Este actúa como un espesador de las materias en suspensión, provocando su hundimiento para que sea absorbido por la boquilla de fondo o cuando se haga limpieza de paredes y fondos.

Alta dureza – Antical

Las aguas duras dificultan los procesos de desinfección y regulación del PH y afectan al buen funcionamiento de los equipos de depuración. Para combatirlas se utilizan productos antical, aunque también existen membranas y filtros especiales para eliminar las sales que hacen a la dureza.

El agua de 9 de Julio por lo general es de alta dureza, lo que se ve en la formación de costras de zarro en baños, elementos de cocina y toda superficie en contacto con agua.

Hongos

El entorno de la piscina está sometido a humedad y calor, por lo que es común que aparezcan hongos sobre determinadas superficies. La utilización de calzado es siempre importante, pero también hay que evitar la proliferación de estos, mediante un funguicida o limpieza mecánica (cepillado) y desinfectante (cloro/lavandina).

Mantenimiento de invierno

Siempre es recomendable mantener el agua durante todo el año. Esto evita gastos y desperdicios de agua. En invierno, dadas las bajas temperaturas, el mantenimiento es mínimo ya que no hay prácticamente crecimiento de microorganismos. Con limpieza mecánica (barrefondo, filtrado, recolección de suciedad en suspensión) y agregado de cloro sería suficiente.

Cuál sería la conclusión?; Antes de incurrir en gastos de productos de los que uno no entiende su funcionamiento, primero asegurémonos de: una buena desinfección, filtrado adecuado (filtrado del total de volumen de agua 1- 2 veces por semana dependiendo del uso), limpieza mecánica con barrefondo y recolección de hojas e insectos.

Efectuar al menos una vez al año (en piletas de temporada) un análisis microbiológico y químico, sobre todo si identificamos alguna cuestión recurrente.

Deja un comentario