«Hetitor» cumple 80 años y será homenajeado en el CCK

Es la última leyenda viva de una radiofonía extinguida. El locutor de Bragado recibió a diario Clarín para repasar una vida intensa. El miércoles habrá una celebración musical en el CCK, organizada por Radio Nacional

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Héctor Larrea es la última leyenda de una especie radiofónica extinguida. Qué otro hace radio de traje y sombrero, con un libro de Hamlet Lima Quintana para recitar al inicio. Qué otro ilustre del aire nos queda de esos que se formaron cuando broadcasting era instrucción y lujo, una orquesta de 20 músicos, una platea y la amplitud modulada más necesaria que el agua.

Este martes “Hetitor” -así, sin c, como lo apodaba parte de su “fiel clase obrera”- cumple 80. Radio Nacional, su emisora, lo homenajeará en el CCK el miércoles. Cantarán Jairo, Sandra Mihanovich, Marcela Morelo, Ariel Ardit, María Graña. Música y palabras de Luis Salinas, Franco Luciani, Walter Ríos, Chango Spasiuk, La Porteña Jazz Band, Esteban Morgado, Jorge Navarro, José Colangelo, “El Chaqueño” Palavecino, Fernando Sanmartín, Lalo Mir, Fernando Bravo. Con entradas gratuitas hasta agotar la capacidad, la conducción estará a cargo de Bobby Flores.

Con seis días de aire a la semana (en Nacional Folklórica, FM 98.7, de lunes a viernes de 14 a 17, y los viernes a las 23 a 00 junto a Bobby Flores en Mirá lo que te traje, por AM 870), “Don Radio” advierte que lo suyo «no es rapiñar unos mangos»: «He visto mucho trabajo de taquito y me molesta. Porque al tipo que es oyente, que te confía su vida, tenés que respetarlo, darle algo bueno. Me molesta que se sienten a decir cualquier cosa. Y me molesta mi mediocridad, pero he tratado de limar algunos aspectos para que no sea tan grande. Existiendo tanto idioma, en este medio la vulgaridad es un pecado».

Mejor que relatar, es dejar que narre él. Matrícula del ISER 1502, el hombre cuya voz suena a despertador, al recuerdo de ese estado semiconsciente entre el sueño y la vida allá afuera de la cama, repasa en primera persona una vida ligada a hablarle a los otros desde hace 60 años.

«El primer aparato radial se lo compramos al tío Gregorio, usado, a 15 pesos, en cuotas, 5 pesos por mes. No era de marca. Eran esas radios que se compraban para armar. Yo no quería dormir la siesta en mi Bragado natal y mi madre no me dejaba salir a esa hora. Me decía: ‘¿Qué vas a estar haciendo a la hora en que ni las lagartijas están en la calle?’. Entonces imaginaba que tenía un circo. Jugaba solo. Por entonces pasaba un auto cada tres meses. La vida en las casas era la radio y así comenzó el romance. Tenía un hermano 10 años mayor y tal era la locura que él dejaba a sus noviecitas para venir a escuchar radio”.

“Felisa y Emilio, mis padres, se amaban. Él tocaba el bandoneón, ella era costurera. Dos hijos y una casita en la calle Chacabuco, eran felices. Recuerdo a papá haciéndole chistes y pellizcándole la cola. Todo cambió cuando Don Emilio muere. Tuvo un ataque de hipertensión y mi madre entró en un gran duelo. Tres meses de silencio hasta que ella nos permite volver a escuchar radio, bien bajita. Tengo el recuerdo sonoro todavía: un programa auspiciado por aceite Olavina. Felisa lloraba, pero de a ratos con la radio sonreía. Descubrí entonces que esa cosa era extraordinaria, que acompañaba a los caídos. Yo también había entrado en una profunda tristeza, que desde luego no hacía notar.

No había gabinete psicológico, pero sí algo que me aliviaba: moviendo una perilla podía comunicarme con distintos países y continentes. Ahora me doy cuenta, después de mucho análisis, ese amparo que me dio la radio. Me abrazaba ante la falta de esa figura que me faltaba».

La carta que torció el destino.

«Cuando me picó el bichito de la locución, le escribí una carta al maestro Don Antonio Carrizo para que me aconsejara. La respuesta me llegó por correo:“Hay que tener vasta cultura, señor. Secundario completo, buena voz y mucha lectura. La radio no es para cualquiera”. Después, Antonio fue mi colega y lo tuve una vida al lado. Nos hicimos amigos. Cuando me fui de Continental tenía tres ofertas. Elegí la de Rivadavia a la tarde porque estaba él Carrizo y por Cacho Fontana”.

De Bragado a la gran ciudad.

“Dejé Bragado por un trabajo en la DGI. Me trasladaron a Pehuajó y de allí al partido de San Martín. Yo era verificador, revisaba declaraciones juradas. Tenía que decir: ‘Este ñato omitió declarar esto’. Ese trabajo no era para mí. Vivía en pensiones espantosas. Había acordado con mamá que me esperaría dos años para que fuera a rescatarla. Cumplí. Yo miraba su retrato y lloraba. Hasta que, por fin, la fui a buscar y me la traje a la ciudad. Fue para siempre”.

La hazaña: «Rapidísimo»

«Un ciclo que permaneció 30 años. Nació en 1969 y primero duró media hora, por eso el título. Voces como Rina Morán y Beba Vignola, el humor del doctor Pueyrredón Arenales, Luis Landriscina, Mario Sánchez; los guionistas Jorge Marchetti y Horacio Scalise. El deporte con José María Muñoz y los flashes de Marcelo Tinelli. Tantos nombres que faltan. Fue el triunfo de la clase popular como líder de audiencia».

fuente: Clarin

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