Alerta propietarios de campos de la región pampeana: sin la incorporación de maíz el cultivo de soja termina siendo inviable

El costo de no rotar

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En la zona núcleo pampeana la incorporación de maíz en el esquema productivo del ciclo 2014/15 debería decidirse en base a criterios integrales que consideren el impacto del cultivo en el conjunto del sistema agrícola.

“Datos del CREA Monte Maíz correspondientes a las últimas 17 campañas agrícolas indican que en ese período el rinde promedio de soja de primera con antecesor maíz es un 10% superior al promedio registrado en lotes con antecesor soja”, comenta Luciano Ascheri, asesor del grupo CREA.

El bajo nivel de rotaciones agrícolas con gramíneas es uno de los principales factores que contribuyeron a expandir la presencia de malezas resistentes a glifosato en las diferentes regiones productivas argentinas.
El dato es que el yuyo colorado (Amaranthus quitensis) resistente, una de las malezas más problemáticas, comenzó a invadir la zona núcleo pampeana.

“El costo total de implantación y protección de un cultivo de soja de primera sembrado en un lote libre de malezas resistentes es actualmente del orden de 265 u$s/ha, mientras que una soja sembrada en una zona con yuyo colorado resistente tiene un costo superior a 315 u$s/ha”, explica Ascheri en un informe publicado por InfoCREA.

“Con un precio bruto de la soja esperado a mayo de 2015 de 270 u$s/tonelada y un costo de arrendamiento promedio, el rinde de indiferencia en el primer caso se ubica en torno a 36 qq/ha, mientras que en el segundo caso es de unos 39 qq/ha”, añade.

“El maíz tiene una gran ventaja sobre la soja por ser un cultivo muy plástico en lo que respecta a fechas de siembra (septiembre a diciembre), densidades (50 a 90 plantas/ha) y mayor espectro de alternativas de control de malezas (CL, HX, RR y hormonales), además de diversificar el portafolio comercial de la empresa. Es decir: el maíz actualmente nos da muchas más opciones que la soja”, comenta Ascheri.

La cuestión es que, si bien las rotaciones adecuadas suelen ser respetadas en los campos propios, la incorporación de tal exigencia en los contratos de arrendamiento debería ser generalizada para evitar que –en algunos años más– un desastre ambiental termine haciendo inviable el negocio agrícola.

Muchos de los problemas que se observan en las diferentes zonas productivas –a causa del uso excesivo del glifosato– se registraron inicialmente en la zona del NOA. Allí la gravedad de la situación hizo que la agricultura en campos de terceros pasase a ser mayoritariamente producida en acuerdos a porcentaje realizados con un horizonte de largo plazo (al menos tres años de duración).

“En la última campaña la mayor parte de los arriendos se han hecho a porcentaje en el marco de rotaciones con gramíneas porque la presión de las malezas resistentes y de las plagas cada vez más agresivas –especialmente el picudo negro– hace que la producción de soja sobre soja sea imposible”, explica Daniel Rossi, coordinador de la región NOA del Movimiento CREA.

“Es necesario enfocar la producción agrícola con una visión sistémica; de lo contrario, si no se evalúa la dinámica de una manera integral, llega un momento en el que las empresas no pueden hacer frente a los costos y quedan fuera del negocio”, añade.

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